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Pbro. Edgar Sánchez Sánchez

¡Vivir la solidaridad!

En la costumbre judía existían ritos de purificación que tenían un sentido sólo ceremonial. El bautismo que Juan realizaba era distinto: exigía la confesión de los pecados, era una ceremonia irrepetible y estaba referida a otro bautismo en el Espíritu Santo: "Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego".


"¿Qué debemos hacer?" Es la pregunta que le hacen a Juan aquellos que se acercan a él: "la gente" en general, los publicanos, los militares. Juan no los invita a quedarse en el desierto, a vestirse como los penitentes, a comer saltamontes y miel silvestre... los invita a la solidaridad: "Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo"; a practicar la justicia: "No cobren más de lo establecido"; a no caer en la corrupción, a ejercer honestamente el poder: "No extorsionen a nadie ni denuncien a nadie falsamente". En pocas palabras, a vivir honesta y humanamente la existencia cotidiana..

En este tercer domingo de Adviento se nos ofrece la oportunidad de mirarnos, ¿Qué hacemos para encontrar la verdadera alegría, esa "buena nueva", que va más allá de los regalos, las luces, la cena de Navidad? ¿Qué hacemos para encontrar a ese Dios que tanto anhelamos y necesitamos? ¿Qué hacemos para vivir, en el ámbito familiar, laboral y social, de una manera más humana, solidaria y alegre?

 

Dialogo de esto con el Señor. 

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