Vengan conmigo
Actualizado: 27 feb 2021
Jesús comienza a anunciar el Evangelio. Anuncia el reino de su Padre y la Buena Nueva. Es para lo que ha venido, y es por eso que celebramos su encarnación, porque nos alegramos de tener a un Dios tan cercano, que camina entre nosotros. Él, en el inicio de su misión, elige a sus primeros discípulos para que lo acompañen en esta proclamación.
Vale la pena detenernos un momento para reflexionar que el primer acto de Jesús no fue otro que el de acercarse a unos pescadores y, hablándoles de una manera que ellos entendieran mejor, les dijo: «yo los haré pescadores… de hombres». El primer acto de Jesús al predicar el Evangelio no fue la multiplicación de los panes, ni sanar enfermos. Él buscó a sus discípulos, que más que seguirlo, quería que le acompañaran.
Jesús ya sabía que su evangelización no sería sencilla, y Él, aunque es verdaderamente Dios, también es verdaderamente hombre, hombre que se relaciona con los demás, que acompaña y se hace acompañar. Que aún pudiendo evangelizar solo, decide acercarse a esos pescadores y pedirles que lo siguieran.
El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar que la Buena Nueva se proclama mejor juntos. Nos invita a observar a Jesús, que en su primer acto de evangelización, nos enseña a crear comunidad. Él se abaja a nuestro lenguaje, así como hizo con Simón y Andrés, con Santiago y Juan, al hablarles de «pescar hombres». Él habla nuestro idioma, conoce nuestro corazón, no se acerca de manera que no comprendamos, y nos pide que vayamos con Él.
Jesús nos muestra, por medio de su palabra, que no busca seguidores ciegos, que vayan tras de Él por inercia o costumbre. Jesús quiere que le acompañemos. Que dejemos nuestra comodidad, nuestras redes, aquello que tenemos por seguro y conocido, y demos un salto de fe. Que ese seguimiento, más que ser creer algo, sea creerle a Alguien, a ese Alguien que nos pide estar con Él.
Leo el evangelio y medito: ¿Siento que el Señor me llama? ¿A qué? ¿Cómo me doy cuenta? ¿Cómo le estoy contestando a Jesús hoy, a ese llamado personal que me hace? ¿Me animo a soltar mis redes propias o por el contrario, me aferro a mi comodidad? ¿Me descubro compañero de Jesús? ¿Qué me dice todo esto? ¿A qué me siento invitado?
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