top of page
Diác. Mario Alberto Castillo Luna

VELEN, PREPÁRENSE... NADIE SABE EL DÍA NI LA HORA


Este domingo inicia, en nuestra Iglesia, un nuevo ciclo litúrgico con el tiempo de

adviento. Son cuatro domingos previos a celebrar el Nacimiento del Hijo de Dios, quien

quiso encarnarse en nuestra historia y asumir nuestra condición humana. Adviento

deriva de la palabra latina adventus que significa “venida”. El papa Francisco menciona

que el adviento “es un tiempo para hacer memoria de la cercanía de Dios, que ha

descendido hasta nosotros”.


En las dos primeras semanas de adviento la liturgia nos ayuda a reflexionar sobre la

segunda venida del Señor. La tercera y cuarta semana nos preparan para celebrar el

misterio del nacimiento del Emmanuel. Estas cuatro semanas las identificamos con el

signo de la corona de adviento, en donde a partir de este domingo se irá encendiendo

una vela cada semana. Entonces, adviento es un tiempo de preparación para recibir la

llegada de nuestro Salvador.


El evangelio de este domingo forma parte del discurso escatológico de Jesús. En el que

responde a los discípulos sobre su curiosidad de saber cuándo sucederá la segunda

venida y el final de los tiempos, a lo cual el Señor dice tajantemente que el día y la hora

sólo el Padre la conoce.


La comparación que hace de la Parusía (segunda venida de Jesús) con el diluvio de Noé,

ayuda a entender que será de manera sorpresiva, en medio de las actividades cotidianas

de la vida. Por tanto, es una invitación a estar vigilantes, alerta y, sobretodo, preparados.

El evangelista Mateo deja entrever que de esa misma manera puede suceder la llegada

del Señor y tomar por sorpresa a los hombres que se encuentran en los campos y las

mujeres que estén moliendo el trigo, actividades cotidianas en la vida de los judíos. Los

que están preparados y vigilantes a este momento serán llevados por Jesús, mientras los

que viven con inconsciencia este acontecimiento serán dejados.


Jesús, en este evangelio, invita a la vigilancia, a hacer lo que nos toca en la vida

ordinaria. Él llama dichoso a aquel a quien el amo encuentra cumpliendo con su deber.

Estar en vela, significa estar despiertos, es la actitud del padre de familia que está

pendiente y preparado para cuando el ladrón quiera entrar en su casa. Estas

recomendaciones de Jesús dan una esperanza firme que no deja cabida para el miedo o

temor, y nos hace capaces de ver el paso de Dios en nuestra vida e interpretar los signos

de los tiempos con la asistencia del Espíritu que nos guía a la Verdad.


Hoy el evangelio nos interpela de manera directa y nos invita a responder con

honestidad delante de Dios las interrogantes ¿cómo está mi preparación para el día

cuando venga el Señor? ¿Qué ladrones me pueden sorprender en estos momentos?

¿Cómo vivo esta espera del Señor?


Este tiempo que nos regala la Iglesia se ofrece como una sincera preparación para

recibir a Jesús, que se encarna en la historia y vida de nosotros. Le pedimos que nos

ayude a estar vigilantes, con una profunda gratitud y esperanza ante su constante venida

a nuestro corazón.

23 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page