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Foto del escritorGabriela Hernández Cuevas

Unas redes pesadas...y vacías





“Y dejándolo todo, lo siguieron” son unas palabras del Evangelio que han resonado de forma constante en nuestro corazón. La fuerza de estas palabras, la respuesta desinteresada de los discipulos de Jesús ante el llamado del Maestro definitivamente nos interpela. Porque al leerlo es inevitable sentirse invitado a realizar lo mismo, no sólo a seguirlo, sino a seguirlo y dejarlo todo por Él. ¿Qué vieron aquellos pescadores en Él? ¿Qué experimentaron en su corazón que hizo que abandonaran sus redes, sus seguridades?


Sus redes estaban desgastadas, estaban vacías, y al mismo tiempo se sentían pesadas. Pesaban por el fracaso de no obtener nada tras intentar toda la noche, pesaban por la negatividad y el cansancio. La tentación era conformarse con ese resultado, pensar que ya no podría haber algún cambio, pensar que no habría éxito en la pesca. Jesús es el dador de todo, es aquel que quiere colmar nuestra vida de una pesca abundante, tras ir mar adentro, tras dejarlo entrar en lo más profundo de nuestra vida, tras confiarle nuestros más grandes deseos, tras dejarlo tocar nuestras heridas y lo más vulnerable de nuestro corazón.


¿Cuál es esa pesca que necesitas recibir hoy del Señor? Cuando vemos que intentamos y no hay resultados, nos sentimos frustrados, pero el Señor nos presenta otro proyecto. Sólo hay que seguir sus instrucciones, abrirnos a la novedad y a la capacidad de asombrarnos por un nuevo camino y dejarnos conducir por Él.




Dios no se mide en generosidad, nosotros lanzamos las redes y Jesús hace el resto, y no sabe dar poco. La pesca alcanza no sólo para ti, sino para compartir para que otros participen de esta riqueza, de estas bendiciones. Con esa certeza en el corazón, con esa emoción, Jesús nos llama, nos invita, nos dice que no estaremos solos. Esta es una gran oferta para dejarnos amar.


Ante el Evangelio de hoy, me sitúo a orillas del lago y me imagino a Jesús a mi lado. ¿Qué es lo que debo dejar por completo para seguirle? ¿Qué redes son tan pesadas que me impiden soltarlas? ¿Qué experimento ante la posibilidad de dejarlo todo y seguirlo?

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