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Foto del escritorGabriela Hernández Cuevas

Una medida rebosante





El mensaje de Jesús es muy claro y concreto en este domingo, el Evangelio nos muestra aquellas acciones que nos llevarán a vivir en la voluntad del Padre que nos harán más libres y plenos en nuestra vida.


Podemos complicarnos tratando de conocer la voluntad de Dios cuando en diversas ocasiones es muy evidente: ama, perdona, no juzgues, bendice, ayuda a otros y no guardes rencor. Estas invitaciones de Jesús parecen sencillas, fáciles de comprender y prácticas, pero en el momento de vivirlas ¡qué difícil puede ser!


El mundo nos propone lo contrario y crecemos aprendiendo conforme a otros esquemas: maldecir a quien te hace el mal, condenar, juzgar, no perdonar, tomar venganza, amar sólo a los que te estiman, cobrar intereses. Desapegarnos de estas actitudes que pueden ser incluso deseos, puede ser difícil.


¿El cambio que a Jesús le interesa estará en nosotros? La transformación del mundo y de los problemas que nos rodean como sociedad comienza en nuestro corazón, cuando dejamos que la misericordia que el Padre sembró en nuestro interior, crezca, dé fruto y dé sombra a los que se acercan a nosotros, con buenas intenciones y también para quienes buscan hacernos daño.


Jesús insiste en que no busquemos la recompensa en la tierra, que el seguir el camino de la misericordia nos dará un gran premio que el Padre nos dará de forma abundante. La medida rebosante que Jesús nos propone con su proyecto, es vivir en su libertad, en el orden, en su amor, en la generosidad y el perdón que sana. La medida rebosante es su amor, el sabernos perdonados por Dios y bendecidos por ser sus hijos. Es finalmente el Reino de los Cielos. ¡Qué regalo más grande!


En este día ¿viene a tu mente alguna persona a la que hayas lastimado? ¿Descubres en tu interior que sólo amas a los que te hacen el bien? ¿Encuentras deseos de venganza? Reflexionemos juntos estas preguntas a la luz de Dios en oración, que su presencia nos muestre la verdad que hay en nosotros.


Padre ayúdanos a amar como tú amas y a perdonar como perdonas, tú sabes que nos cuesta trabajo, que hemos ofendido y no sabemos perdonar a los que nos han dañado. Haz tu obra en nosotros y concédenos vivir como hijos tuyos, imitando tu misericordia.

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