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Foto del escritorPbro. Francisco Suárez

Un camino que incomoda



Los anuncios de la pasión de Jesús, en el evangelio de san Marcos, son una larga instrucción o catequesis del Señor a sus discípulos, para ayudarles a entender el significado de la cruz y sus consecuencias para la vida. Dicha instrucción está compuesta de tres anuncios de la pasión: Mc 8,27-38; 9,30-37; 10,32-45. Entre el primero y el segundo hay una serie de instrucciones que aclaran la conversión que debe suceder en la vida de los que aceptan a Jesús como Mesías Siervo. En cada uno de estos tres anuncios, Jesús habla de su pasión, muerte y resurrección como parte del proyecto del Padre: “Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho, y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días” (Mc 8,31).


Cada uno de estos tres anuncios de la pasión está acompañado por gestos o palabras de incomprensión por parte de los discípulos. En el primero, Pedro no quiere la cruz y critica a Jesús. En el segundo, los discípulos no entienden a Jesús, tienen miedo y quieren ser grandes. En el tercero, tienen miedo y buscan promociones. Y esto porque en las comunidades para las cuales Marcos escribe su evangelio habían muchas personas como Pedro: ¡no querían la cruz!.


En estos anuncios se deja una palabra de orientación por parte de Jesús, criticando la falta de comprensión de los discípulos y enseñando cómo debe ser su comportamiento. Así, en el primer anuncio, Jesús exige de los que quieren seguirlo, llevar la cruz detrás de Él, perder la vida por amor a Él y su evangelio, no avergonzarse de Él y de su palabra. En el segundo, exige: hacerse siervos de todos, recibir a los niños, los pequeños, como si fuese Jesús mismo. En el tercero exige beber el cáliz que Él beberá, no imitar a los poderosos que explotan a los demás, sino imitar al Hijo del Hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir y dar la vida para rescate de muchos.


La comprensión total del seguimiento de Jesús no se obtiene por la instrucción teórica, sino por el empeño práctico, caminando con Él a lo largo del camino del servicio, de la Galilea a Jerusalén. Quien insista en mantener la idea del Mesías glorioso sin la cruz, no entenderá y no alcanzará a asumir el comportamiento del verdadero discípulo. Continuará siendo ciego, porque sin la cruz es imposible entender quién es Jesús y qué significa seguir a Jesús.

El camino del seguimiento es el camino de la dedicación, del abandono, del servicio, de la disponibilidad, de la aceptación del dolor, sabiendo que habrá resurrección. La cruz forma parte del camino. Porque en el mundo, organizado a partir del egoísmo, el amor y el servicio pueden existir sólo crucificados. Quien da la vida en servicio por los demás, incomoda a los otros que viven prendidos de los privilegios y sufren por sus egoísmos.


Reflexionemos: ¿Realmente vives negándote a ti mismo, para hacer que sea el mismo Jesús el que viva en ti?; ¿Abrazas la cruz de Jesús y das toda tu vida sin reserva para seguirlo, dejando tu vida para seguir al Señor?; ¿Eres consciente que éste es el único camino?



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