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Foto del escritorFrancisco Ontiveros

Sólo una cosa te falta



Este domingo se nos presenta Jesús en el camino, lugar en el que lo alcanza un hombre que viene a toda prisa, con una urgencia que lo consume por dentro, y cuando por fin llega, se postra ante Él, y de rodillas le pregunta ¿qué es lo que he de hacer para ganar la vida eterna?

Sorprende grandemente que Jesús le contesta haciendo referencia a los mandamientos que tienen que ver con las personas, con el trato hacia los demás. No le contesta con los mandamientos de la primera tabla, de la relación con Dios. Lo que nos muestra que la vida eterna se gana respetando la vida humana, amando al otro, cuidando de los demás, honrando a los padres. ¡Vaya paradoja!, no dice Jesús que asistiendo a la sinagoga ni cumpliendo las prescripciones de la cartilla religiosa apretada de compromisos.


El hombre del evangelio era uno que cumplía sin tacha todas las normas desde su juventud. Lleno de presunción se gloría ante el Señor y le muestra que en todo eso tiene logros alcanzados. Es, entonces, cuando el Caminante lo mira con amor. ¿Cómo se mira con amor?, y le dice, si es así, entonces vas por menos, ya sólo una es la cosa que te falta: vender lo que tienes y darlo a los pobres, para que tengas, entonces, un tesoro en el cielo. Luego de eso, ya libre de equipaje, ir tras el Señor y seguirlo. Con eso, el Señor le estaba sugiriendo: «Te falta venir, seguirme, ir tras de mí, soltar todo lo que te asegura, sentirte libre y vulnerable, caminar conmigo».


Todo apuntaba hacia una respuesta favorable, sin embargo, el que vino corriendo y presuntuoso alardeando de sus buenas obras, se regresa apesadumbrado y triste, porque eran muchos los bienes que tenía. No era un ladrón, tampoco un irreverente; era un hombre bueno, fiel observante de la ley que buscaba alcanzar la vida eterna, pero que amaba tanto los bienes que no quiso soltar lo que tenía, para seguir al Señor. Estaba en la encrucijada entre dos cosas buenas, tenía que escoger la mejor, «el magis». El Maestro no añade preceptos fáciles de cumplir, ofrece la vida, la libertad, la felicidad, su compañía.


Concédenos, Maestro, correr a tus pies, postrarnos ante ti, amar a nuestros hermanos y vender lo que nos esclaviza, para tener en posesión la libertad. Esto, tal vez, nos lleve toda la vida.


Ante esta escena, me pregunto: ¿corro a los pies del Señor?, ¿qué dice de mi religiosidad la relación que tengo con los demás?, ¿a qué me siento invitado por el Caminante que me sale al paso este domingo?, ¿cómo elegir, de entre tantas cosas buenas, la mejor? Habla de esto con el Señor.

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1 Komentar


Álvaro Miguel González
Álvaro Miguel González
10 Okt 2021

Hoy se da un fuerte, cruenta, confrontación entre quienes luchan por más y supuestamente mejores libertades, incluso algunas que parecieran su extremo opuesto, con aquellos otros que reclaman se cumpla lo ya prescrito por los mandamientos bíblicos y una riestra de leyes que, por cierto, muchos no observan. El Señor Jesús es claro, "vende lo que tienes y sígueme"... Si realmente te amo, Jesús, sencillamente "cumplo" con los preceptos y sobre todo vivo, respeto, defiendo, observo, amo, me solidarizo, recibo al otro, convivo y juntos construimos desde nuestro sitio un hogar, una sociedad, un reino de justicia. Ayúdame a amarte así, mi Señor y Salvador.

Suka
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