Sobre la nueva exhortación del Papa
- Pbro. Francisco Ontiveros Gutiérrez
- 10 oct 2023
- 2 Min. de lectura

Desde que se filtró que el día de san Francisco, el papa haría público un documento que conmemoraría los ocho años de Laudato sí, comenzaron a surgir comentarios que no consideraban prudente que el Papa hablara sobre ecología y crisis climática. Muchos portales informativos tenían todo tipo de expectativas, hasta que, finalmente vio la luz una nueva Exhortación Apostólica. El nombre de este Documento es “Alaben a Dios”, (Laudate Deum), cuya expresión está tomada del cántico de san Francisco. Ese místico que tenía una sensibilidad impresionante para descubrir las huellas de Dios en todo cuanto existe, las creaturas del Padre, animales, plantas, y “todos los seres que nos acompañan en el camino”. Ojalá tenga entre los fieles, el mismo impacto de todos los demás documentos pontificios y no se relegue su estudio.
Se trata de la sexta Exhortación Apostólica de Francisco en sus once años de pontificado. En ella expresa su preocupación por la irremediable crisis climática a la que se ha empujado el mundo. El asunto, desde luego, es tomar conciencia de la responsabilidad intransferible que cada uno tiene con el mundo, porque los efectos de la crisis climática ya se han sentido en las cuestiones de salud, de trabajo, de vivienda, de recursos, y desde luego por migración forzada, el mundo se precipita a una velocidad inmoderada hacia lo peor, se ha instalado y transmitido una cultura de poder, de uso y desecho, de descuido y poco compromiso común.
Francisco habla con la dureza y claridad de la verdad en este tema, puesto que, como dice en su Documento: “Algunas manifestaciones de esta crisis climática ya son irreversibles al menos por cientos de años, como el aumento de la temperatura global de los océanos, su acidificación y disminución de oxígeno. Las aguas oceánicas tienen una inercia térmica y se requieren siglos para normalizar la temperatura y la salinidad, lo cual afecta la supervivencia de muchas especies. Este es un signo entre tantos otros de que las demás criaturas de este mundo han dejado de ser compañeros de camino para convertirse en nuestras víctimas”. ¿En qué momento se rompió esta conciencia de equilibrio?, afortunadamente en la Amazonía aún está presente este cuidado amoroso y respetuoso de todos los compañeros de camino. Impresionantemente, muchos habitantes de las selvas del Amazonas, tienen una delicada mesura y respeto hacia el equilibrio ecológico, que es una gran enseñanza que, con humildad hemos de aprender. Este es el tiempo de desaprender lo que nos ha dañado y aprender a cuidar, a ser mesurados, prudentes en el uso y el desecho.
Esta preocupación por acciones concretas e inmediatas en favor del cuidado de la casa común no nacen de un activismo, son consecuencia de una fe auténtica, valiente, que ama, cuida y respeta con cariño y humildad. El mundo es la casa fecunda con la que Dios nos ha favorecido. Recuperar la mirada mística es respetar lo que Dios nos ha confiado y entregarle a Él sus frutos, buenos frutos a su tiempo.
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