¡Señor, hazme descasar en ti!
El evangelio que nos presenta san Marcos este domingo nos relata el regreso de los apóstoles de la misión encomendada por su Maestro, al que le cuentan todas sus experiencias vividas y, como buen Pastor que se preocupa por todas sus ovejas y las conoce, ve la necesidad de tener junto con ellos un descanso que restaure sus fuerzas físicas, pero,también, un momento de encuentro íntimo y personal con Dios, que renueve y alimente el gusto por la propagación del Reino.
Llama la atención la mención que hace el evangelista de la gente que sigue al Señor, la demanda excesiva de trabajo que tienen, pues dice el texto “que no les dejaban tiempo ni para comer” porque eran muchas personas con un sinfín de necesidades que les hacen buscar la manera de estar cerca de Jesús. Por eso se adelantan por tierra a aquel sitio donde se dirigía el Señor y sus discípulos. Nos podemos preguntar ante este actuar de la multitud ¿qué era lo que les atraía tanto a todas esas personas de Jesús? Y encontramos la respuesta, en la compasión que mostraba ante sus distintas realidades y necesidades, pues no sólo les enseñaba una doctrina teórica sino también sus gestos, su mirada, su escucha y toda su persona leshacía visible y palpable el rostro de un Dios que consuela, ayuda, levanta y cambia la vida. Esta es otra característica del buen Pastor: compasivo y misericordioso, que vive en medio de sus ovejas y no es sordo ante el clamor de sus suplicas.
Jesús con su forma de vivir y actuar no sólo va transformando la vida de las personas que lo seguían, sino también sigue enseñando pedagógicamente lo que significa ser discípulo de Él, pues, los apóstoles serán los continuadores de transparentar y hacer visible a Dios con obras y sutestimonio de vida.
Un rasgo fundamental en el camino del discipulado es tener siempre momentos donde encontrar reposoy descanso de las fatigas humanas, el Señor nos conduce a esa fuente inagotable que reorienta y da sentido a la misión: el encuentro personal e íntimo con su Padre. Jesús no nos envía a “hacer cosas” que humanamente sean “exitosas”, sino más bien su llamada es para ser constructores de su Reino, a partir de una experiencia, relación y amistad con Dios que permita reflejar de distintas maneras (con gestos, escucha, palabras y hechos concretos) quizássencillas, pero, que estén movidas por la caridad, la compasión y la misericordia, sin duda, esta es la manera inequívoca para descubrir y mostrar la acción portentosa del Señor.
Todos tenemos la misión de ser cristianos, es decir, que mi vida y actuar se parezca cada vez un poco más a Cristo, eso, sólo la gracia y la experiencia de Dios lo pueden hacer realidad. De ahí la preocupación de Jesús de que sus apóstoles hagan un alto de todo lo que han vivido hasta ese momento en la misión y sean conscientes del actuar del Señor en las personas con las que han entrado en contacto, pero también descubran su necesidad de que siga obrando en sus personas, pues de ahí brota la fuerza y el fundamento de su predicación.
A la luz de esta Palabra nos preguntamos ¿Cuál es la misión a la que me siento llamado por Jesús dentro de su Iglesia? ¿Qué me anima a realizarla? ¿Ante los cansancios humanos que genera la misión, en donde busco restaurar mis fuerzas?
Pedimos a Jesús que nos conceda la luz de su Espíritu para poder discernir cuál es la misión a la que nos invita para colaborar en la construcción de su Reino y siempre busquemos que nuestro actuar sea conforme a su voluntad.
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