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Pbro. Francisco Ontiveros Gutiérrez

Seguir al Señor es una conquista


Con toda paciencia y honestidad experimentamos que, seguir al Señor no es una decisión que, al tomarse, en automático se realiza. Es una conquista que poco a poco se va viendo alcanzada. A veces con pasos adelante, otras con pasos hacia atrás, otras parece que se están dando vueltas en círculo, pero también, pasos decididos hacia adelante.

Hoy vemos que el Señor que desde hace varios domingos comenzó a llamar algunos y a configurar el grupo de los Doce, que los ha instruido desde hace dos domingos, ahora continua la instrucción, que toma aspectos insospechados. Ese Jesús que siempre insiste en el amor a todos, que Él mismo quiso vivir en familia, ahora se nos presenta poniendo una aparente dicotomía: o se le ama a Él o se ama a la familia. Pero ambas no, es más “el que ama a su padre o a su madre, a su hijo o a su hija más que a él, no es digno de él” (cfr. Mt 10, 37). Vaya paradoja y aprieto que nos pone el Señor a todos.


Las condiciones para el seguimiento que marca el Señor para quien decida seguir sus pasos son muy claras, se trata de hacer una revisión de los mayores tesoros que todos podemos tener en la vida: el padre, la madre, el hijo, la hija, la propia vida. Esas relaciones más importantes que configuran toda vida, y soltarlas por Él.


Todos, en nuestra búsqueda de vida plena, atesoramos lo que entendemos que es más importante, pero el Señor nos llama a cargar una cruz. Esto es, a dejarlo todo para ir con Él siguiendo sus pasos y corriendo su suerte. Jesús una vez más es muy claro. “El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí” (cfr. Mt 10,38). Tomar la cruz es la condición para ser discípulo. Esta es, tal vez, la exigencia más fuerte que presenta Jesús para ser su discípulo.


Señor, una vez más tu Palabra me refleja el bello horizonte de libertad al que me llamas. Ante este duro versículo descubro mis apegos, mis miedos, las negociaciones sobre las que he ido construyendo mi vida con el deseo de encontrarla y hoy me llamas a perderla. ¡Qué emocionante!, concédeme Señor deseos de desear seguirte, déjame ser dócil aprendiz a tus pies Señor. Gracias por tu paciencia


Me dejo inundar por estas llamadas de Jesús, ¿cómo es mi relación con mi familia?, ¿qué despierta en mí eso de perder la vida?, ¿cuáles son mis tesoros?, ¿cómo es la cruz?

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