¿Sabes permanecer? ¿O pasas y te vas?
¿Qué significa eso de «permanecer en Cristo»? Llama la atención que el Señor Jesús insista en ello, ya que lo repite hasta siete veces en este fragmento del evangelio. ¿Qué nos está queriendo decir?
«Permanecer» es un término que implica no solamente «estar» en un lugar, con una determinada actitud o haciendo tal o cual tarea, sino que va más allá, como si se tratara de una acción continua, es decir, «seguir» en ese lugar, «mantener» la determinada actitud, «perseverar» en esa tarea.
Cuando el Señor Jesús une la actitud de «permanencia» a la imagen de «la vid y los sarmientos», está considerando la idea de saber estar de una forma extendida y perseverante. Un modo de estar permanentemente, de calidad. Porque para que un sarmiento llegue a nutrirse de la savia de la vid, necesita estar realmente injertado y adherido a ella. Necesita dejar que los nutrientes de la vid circulen por él y le den vida.
Esta es una bella imagen que el Señor elije para enseñarnos su voluntad y querer. Sin embargo, surge la pregunta: ¿cómo lo puedo lograr? Es verdad que hay un sentido místico en el que el cristiano está en Cristo y Cristo en él. Tal vez hoy se diría que ese es ya un nivel avanzado. Pero para el cristiano de a pie, como tú y como yo, esto se puede considerar y experimentar de un modo más sencillo.
Usemos una analogía humana, aunque esta resulte imperfecta, pero puede ayudar para asentar un poco la idea. Supongamos que una persona se concibe a sí misma como vulnerable y a veces hasta débil ante determinadas realidades. Ha caído y tropezado mucho en la vida deslizándose poco a poco hacia un tipo de derrota mental, psicoanímica, física, etc. Ahora supongamos que llega un amigo que le muestra interés, que es alguien que se sabe sostener en carácter, ánimo; que enfrenta la vida sin vacilaciones, es amable, y le rescata de su estado de depresión, vacío y desánimo. Entonces, solo hay una manera en que esta persona puede mantener su reforma y perseverar en el camino de la salud en todas sus expresiones: permaneciendo en constante contacto con quien le ha otorgado su amistad y ayuda. Porque, aunque uno haya recuperado un auto sustento importante, las personas sanamos estando en una buena relación.
Una persona derrotada por el vicio y que ha decidido irse a vivir con otra que le brinda su ayuda; mientras se mantiene en aquel hogar y compañía, todo fluye para su bien, pero cuando esta decide saltar la barda e irse por su cuenta, cae de nuevo y se deja derrotar por el mal. La consigna, por tanto, es la de saberse mantener en contacto con el bien para poder derrotar al mal.
Mantenernos con Cristo es algo así. El secreto de la vida de Jesús era su constante contacto y permanencia con su Padre. Con frecuencia se retiraba a orar. Y hacía de su vida una permanencia entera con Dios. Por lo tanto, la invitación para el cristiano es esa: organizar la vida, la oración, el silencio, la escucha atenta, la caridad, de tal manera que no haya nunca un día en que nos olvidemos de Él.
Lee nuevamente el evangelio y medita: ¿Cómo es tu modo de relacionarte con Dios y con los demás? ¿Sabes permanecer o eres de los que pasas y te vas? ¿Te sientes involucrado con Dios y con los demás? ¿De qué manera lo puedes constatar? ¿Qué te dice eso de que «el que permanece en mí da fruto abundante»? Dialoga de esto con el Señor.
Comments