¿Qué sé yo de amor?
En el evangelio vemos a Jesús respondiendo a un cuestionamiento que quizá no venía con las mejores intenciones y sin embargo sus respuestas están dedicadas más a demostrar que a defender.
Un escriba preguntando: ¿cuál es el primer mandamiento de todos? Y Jesús respondiendo: El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo."
El amor de Dios que se derrama en todos y en cada uno de manera diferente, es la base del amor que espera de nosotros, porque Él nos amó primero, espera que le amemos con locura y que desde el amor propio amemos al prójimo.
Para un niño que crece es difícil, si no imposible, demostrar lo que nunca ha vivido, por eso hay personas que no saben expresar afecto, tener relaciones saludables, encontrar humor en sí mismos, tener compasión, entre otras cosas. Pero Dios sabe sanar, por eso nos ama primero, porque como hijos de Dios, si sabemos mirar desde un lente de humildad, encontraremos el amor que nos tiene todos los días. Con seguridad se te ocurrirán más ejemplos, pero aquí van algunas ideas:
-¿Has visto el amor que Dios te tiene en el regalo de la creación? En el afecto incondicional de un animal, en el paisaje de un amanecer, del sonido de un cascada, la majestuosidad del mar, en lo cálido que puede ser un rayito de sol cuando hace frío o en una caminata al aire libre.
-¿Has sentido su cercanía en una plática con un ser querido? Personas que llegan a veces temporalmente o nos acompañan toda la vida pero que nos enseñan lo mucho que significa convivir, no solo para aprender, pero para realmente vivir, reír y saborear este mundo.
-¿Has sentido su misericordia en tus propios errores? Cuando nos enojamos, alejamos, dudamos, cuando la convivencia con el mundo duele y lo culpamos. O cuando se nos olvida que sólo Él nos hace plenos y servimos a otros dioses. Regresando a pedir perdón para empezar de nuevo.
-¿Has visto su amor en los dones que te concedió a ti y a los demás? No solo para el servicio al prójimo, pero también para nuestro propio disfrute, al cantar una canción, tocar un instrumento, bailar al ritmo de la música, una buena historia en un libro, en la práctica de algún deporte.
Son ejemplos muy básicos, pero creo que vale la pena recordarlos porque con la rutina pueden pasar desapercibidos, y no hay nada que pueda ser más dañino para los hijos de Dios que pasar por alto su amor, esa es la fuente de lo que podemos entregarle a Él y a los demás.
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