¿Qué hará con esos viñadores?
El evangelio según san Mateo consta de siete partes principales. Dejando a un lado la primera parte sobre el origen y nacimiento de Jesús, y la última sobre la pasión y resurrección, quedan cinco partes centrales, que tienen un temafundamental el Reino de Dios.
La liturgia del domingo anterior, parábola de los dos hijos (Mt 21,28 - 32); la de este domingo, parábola de los viñadores homicidas (Mt 21, 33 - 46); y la del próximo domingo, parábola del banquete nupcial (Mt 22, 1-14) nos presentan una trilogía de parábolas en torno al "Reino de los Cielos" tratando de provocar en los oyentes una respuesta generosa para ir a trabajar a la viña del Señor no como simples trabajadores, sino como hijos enamorados por el proyecto del Padre.
De Mt 21,33 - 46 analizaremos tres actitudes diferentes:
Las actitudes del propietario.
Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Es sorprendente ver los cuidados con que el propietario tiene con su viñedo antes de marcharse y confiar en los viñadores. Esta viña se ve sellada por las intervenciones amorosas del dueño (lo rodeó, cavó un lagar y construyó una torre para el vigilante) estas acciones concretas nos evocan el Dios jardinero del Génesis que crea al hombre con sus manos (Gn 2,7) y entra en contacto con su creación (Gn2, 19) porque la ama.
Los viñadores
Sin duda alguna no se parecen en absoluto al dueño que cuida de la viña con solicitud y amor para que no carezca de nada. Al contrario, no aceptan al señor al que pertenece la viña. Quieren ser ellos los únicos dueños a tal grado que no respetan ni al hijo del dueño y lo matan. Únicamente están interesados en los beneficios que les produce la viña.
El hijo.
Enviado por el Padre a sabiendas de los antecedentes que habían ocurrido en la viña toma la firma determinación de obedecer con amor el mandato del Padre y va. El hijo al enfrentarse con los que se creen dueños de la viña los encaracontándoles esta parábola (Mt 21, 33 – 43) y les lanza esta pregunta, ahora que vuelva el dueño del viñedo ¿qué hará con esos viñadores? Dará muerte terrible a esos desalmados… pues no, el pensamiento de Dios no es como el de los hombres. Lo que si hará es confiar su viñedo a otros viñadores que sí den frutos de justicia, compasión, paz y defensa de los últimos.
Aprendamos del Hijo que aún con los retos socio políticos y religiosos obedece la voluntad del Padre y va por los descartados de la sociedad a anunciar el Reino. Los hace partícipes del banquete y sin distinción alguna invita a todos a participar de la elección divina. Tomando consciencia que soy hijo de Dios a través del bautismo me pregunto ¿qué frutos del Reino he producido? ¿Qué frutos tengo en mis manos para ofrecerle al Señor el día de hoy? Pido al señor su amor y su gracia para sembrar en los espacios donde me desarrollo semillas de justicia, compasión, paz y defensa de los últimos.
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