¿Qué hacer para alcanzar vida eterna?

En el texto del Evangelio se nos presenta a un hombre que ya ha pasado la etapa de la juventud. Podríamos decir que nos encontramos con una persona que ya ha forjado su propio camino y ahora está deseoso de aquella palabra que lo motiva en su camino religioso, por ello hace la pregunta: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». Y Jesús le respondió aludiendo a las normas generales de la Ley: «Ya conoces los mandamientos...». Sin embargo, aquel hombre no se conformó con la respuesta y le dijo que estos mandamientos ya los cumplía desde su juventud. A lo cual Jesús le contestó: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes y da el dinero a los pobres y luego sígueme». Pero aquel hombre, antes insatisfecho porque le faltaba algo que no sabía, cuando lo supo «frunció el ceño y se marchó apesadumbrado porque era muy rico».

La posesión de las riquezas se muestra en este caso como un obstáculo insuperable para seguir a Jesús y heredar la vida eterna. Tanto que Jesús, al ver la reacción del que le había preguntado, miró alrededor y comentó: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!», y «más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».

La llamada universal a entrar en el reino de Dios cumpliendo los mandamientos se concreta hoy en la exigencia a renunciar a la riqueza injusta. He aquí el ojo de la aguja por donde no se cuelan los camellos; he aquí la gran dificultad insuperable para los ricos, para aquellos que tienen un exagerado apego a los bienes de la tierra y apego a sí mismos. Para todos, incluso para los pobres, debe caber una actitud de desprendimiento, que permite al hombre amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

Dialogo con el Señor sobre lo que suscita este texto en mí. Me pregunto sobre cuáles son las riquezas externas e internas que hoy me están impidiendo seguir al Señor y abrazar su proyecto. Dejo que la mirada de amor del Señor me mueva y me llame. Me dejo cautivar por Él.