¡Qué grande es tu fe!
Actualizado: 27 feb 2021
La escena que compone el texto del evangelio de este domingo (cfr. Mt 15,21-28), se construye a partir del encuentro de nuestro Señor con una mujer cananea. Lo cual no es poco decir, pues en la época de Jesús no ser del pueblo judío era sinónimo de paganismo e incredulidad, por eso el texto no tiene reparo al indicar que ella era extranjera. Aún con eso, esta mujer no judía ha pasado a la historia por ser una verdadera maestra del diálogo y la oración. Su enseñanza sigue vigente para nosotros. Es precisamente esta mujer pagana, la que hoy nos da la pauta para nuestra oración del día.
Su actitud es un gesto auténtico de oración: primero sale al encuentro de Jesús, pero se mantiene a la distancia, inmediatamente se descompone y se pone a gritar, después se acerca a Jesús, al momento se postra ante Él y comienza el diálogo. ¡Qué belleza! La oración de la cananea es una oración espontánea, auténtica, brota de una necesidad que desgarra a esta mujer y por eso, sin importar lo que pudieran decir los demás, ella va en busca del Señor. ¡Cómo no reconocer una fe así de grande! Es Jesús mismo quien, al ensalzarla, promueve una vivencia de fe, así de auténtica.
Por otra parte, la enseñanza que Jesús ofrece en este encuentro a sus discípulos tiene muchas expresiones: los invita a superar los prejuicios y a saber reconocer las formas genuinas de fe, incluso cuando éstas se den fuera del «pueblo elegido». A ser comprensivos y cercanos con el que sufre. La acogida y la aceptación es un gran milagro que sana al que se siente extraño y a los que, con él, están en la exclusión.
Leo nuevamente el texto y me pregunto: ¿Cómo me acerco al Señor?, ¿tengo la osadía de ponerme a gritar tras Él?, ¿qué me enseña la mujer cananea?, ¿cómo son mis diálogos con el Señor?, ¿qué pienso de los «extranjeros», de los que piensan y actúan distinto de mí?
La grandeza de la fe, es una virtud que tenemos que conservar en nuestras vidas. Creer en Jesús que él nos puede ayudar en las necesidades y dejarnos transformar por su gracia.