Presente y futuro de la espiritualidad
No podemos hablar de una única espiritualidad porque hay tantas espiritualidades como personas. Hablar de este tema es entrar en arenas movedizas porque nada en este ámbito es seguro. Desde la espiritualidad que se busca con el fin de potenciar nuestro individualismo y egoísmo hasta la que nos lleva a una donación total a los demás, hay una gama infinita de posibilidades.
La auténtica espiritualidad nos lleva a desplegar lo más profundo y lo más genuino del ser humano. Nos hace descubrir nuestro verdadero ser y a desplegarlo hasta el infinito. Es la punta de lanza de la evolución humana porque nos lanza más allá de nosotros mismos para identificarnos con la Realidad Última y fundirnos con ella. No busca seguridades individuales sino inmersión en la Unidad total.
Pero también se busca el acercamiento a dios para potenciar nuestro falso yo, creyendo que eso es lo que me dará seguridades no solo para este mundo sino para el más allá. Esta espiritualidad es la que ofrecen todas las religiones. Es la oferta del dios pensado que hemos fabricado a nuestra medida para que elimine nuestras limitaciones que experimentamos como carencias insufribles.
En la inmensa mayoría de los casos el ser humano busca una salvación que le llegue de fuera. Se espera de dios o de un mesías que en nombre de dios y con su poder nos llevará a la liberación definitiva de todo aquello que sentimos como opresión. Esta trampa nos acecha a todos y no es nada fácil escapar de ella. Para descubrirla hace falta estar muy atentos y aprender de aquellos que has sabido superarla.
Nuestro verdadero ser no necesita ninguna salvación porque está siempre a salvo. Las limitaciones que arrastramos como criaturas contingentes no afectan para nada al fondo de lo que en realidad somos. Siempre que pensamos en un mesías que nos salve, estamos pensando en nuestro falso yo. Ese ego no necesita ser salvado sino superado por una iluminación que me permita verme más allá de mis apariencias.
La espiritualidad al servicio del ego va a permanecer con nosotros durante mucho tiempo, pero está llamada a desaparecer. Con ella desaparecerán todos los instrumentos que hemos inventado para hacerla posible. Las religiones con sus ritos, con sus dogmas y con su moralina ad hoc, no tienen porvenir a largo plazo, pero están tan arraigadas que a muchos les va a costar aceptar su desaparición.
La verdadera espiritualidad no puede desaparecer porque es una exigencia del ser humano en lo que tiene de más humano. Tiene aún muchos aspectos egoístas que tendrá que purificar, pero su futuro está inextricablemente unido a la evolución del hombre sobre la tierra. Aunque daremos muchos pasos atrás la trayectoria no tiene más remedio que avanzar hacia una humanización del hombre más completa.
Debemos tomar conciencia personalmente de que es un logro individual e intransferible. Aunque nadie puede dármela, todos pueden ayudarme a conseguirla. No solo los grandes personajes que la alcanzaron sino todos los que me rodean. En la medida que viva espiritualmente y me libere de mi individualismo egoísta, ayudaré a toda la humanidad a avanzar hacia un mundo cada vez más humano.
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