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Foto del escritorPbro. Manuel B. Solís Echeverría, S.J.

¿Por qué orar a solas con Dios?

Actualizado: 25 abr 2021


1. Jesús buscó estar a solas para orar. «De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración» (Mt 1 ,35). El orante está inmerso en el mundo pero busca momentos de soledad para encontrarse con Dios. Es una necesidad vital del discípulo de Jesús.


2. La soledad abre un camino de intimidad con Dios. La búsqueda y el reconocimiento de esta soledad abren un camino de paz y permiten descubrir una dimensión desconocida de la relación con Dios.


3. La soledad nos hace caer en la cuenta de que no estamos solos, de que somos habitados por una presencia divina. A solas con el Señor se tienen los grandes combates y se toman las grandes decisiones. Nuestras resistencias caen para que Dios reine en nuestra vida.


4. Orar es estar a solas con quien sabemos que nos ama, como decía santa Teresa de Ávila. En ese estar a solas surge el diálogo con Dios, un diálogo que tiene su fuente en el amor.


5. La intimidad con Dios en la soledad de la oración lleva a la comunión con los hermanos. La intimidad con Dios crea fraternidad, el corazón se ensancha, el amor crece. La intimidad con Dios lleva a la intimidad con los hermanos. Si Dios te acepta tal como tú eres, tú has de aceptar a tu hermano.


6. Puedes encontrarte con la soledad, cuando los demás te rechazan, cuando eres un incomprendido, cuando sufres la persecución. Es la soledad provocada por la fidelidad al evangelio.


7. Hay una soledad buscada. Es la soledad del orante que se aparta del ruido y de la muchedumbre para encontrarse consigo mismo y con Dios. Es la soledad que se comunica con el silencio y penetra en el misterio de lo divino.


8. La soledad como evasión es una soledad negativa, encerrada sobre sí mismo. Se trata del ser solitario, que se aísla, que huye de la relación con los otros. En este tipo de personas la oración suele caer en un pietismo o espiritualismo. En realidad no hay una búsqueda de Dios, sino una búsqueda de sí mismo. No hay oración sino un monólogo sobre uno mismo. Son los que dicen: «¡Señor, Señor!»


9. La soledad en la oración se mantiene siempre, ya sea en la oración individual o en la oración comunitaria, pues la oración es un encuentro personal.


10. La soledad de la oración es una soledad llena de Dios y no una soledad vacía. Así la soledad en la oración se convierte en un canto de alabanza a Dios. ¡Qué tristeza cuando nos sentimos solos en este mundo y nuestro interior se siente vacío! ¡Qué alegría en nuestra soledad cuando nos sentimos habitados por la presencia de un amor que no tiene límites! Cada día, un rato de soledad con Dios, nos hace ser conscientes de que ya no nos pertenecemos. Hemos sido comprados a un precio muy elevado: la entrega en la cruz del mismo Hijo de Dios. No nos pertenecemos, estamos en el mundo pero no somos del mundo, somos de Dios.

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1 comentário


Tanya Arellano Gomez
Tanya Arellano Gomez
13 de abr. de 2021

Excelente reflexión, clara y muy didáctica, muchas gracias por compartirla!!!

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