Permanezcan alerta, velad.
Este domingo iniciamos un nuevo año litúrgico. El ciclo B, que corresponde al evangelio de san Marcos y que nos acompañará durante todo este recorrido.
Las lecturas del primer domingo de Adviento entrelazadas entre síponen ante nuestros ojos la venida del Señor. Esta venida se expresa en Isaías como anhelo de un pueblo que se reconoce lejos de Dios, y que clama. Ante esta situación que vive la comunidad el profeta les llama la atención y les invita a rectificar el camino. También, encontramos en el salmo 79 una “lamentación” acompañada de la súplica de su pueblo para ser restaurado por su poder “Señor, ayúdanos a salir con tu presencia de la triste situación en que nos hemos puesto”.
En la segunda lectura (1Cor. 1,3-9) y el evangelio (Mc 13, 33-37) la perspectiva cambia: los cristianos ya han reconocido la venida de Dios en Jesús de Nazaret. Por eso se les recomienda en la Primera Carta a los Corintios que sean fieles mientras esperan su regreso y les recuerda que el don principal que han recibido es el amor divino (ágape) que le da sentido a la vida. En el pasaje de Marcos, la invitación principal es que vivan vigilantes y comprometidos en la construcción del Reino. El evangelista termina la advertencia dirigiéndola no solo a los cuatro discípulos sino a todo mundo: “a todos les digo, velad”.
Marcos invita a la comunidad destinataria de su evangelio y a la Iglesia a que la venida del Señor no nos sorprenda “dormidos”. Es más que claro, no se trata de una espera pasiva a que Dios venga a resolver nuestros problemas, sino una invitación a involucrarnos en construir, ayudados por su Amor, un mundo en donde Dios se “sienta en casa”. La mejor veneración a Dios es poner los dones que nos ha dado al servicio de la familia humana, de la construcción del cuerpo vivo de Cristo. No se sabe el día ni la hora porque cada momento es bueno para abrirse al evangelio y comprometerse con la existencia.
«Despertad, vivid vigilantes». Tras un momento de silencio me pregunto: ¿Qué significan hoy estas palabras? ¿Despertar de una vida líquida que discurre suavemente en el egoísmo y la indiferencia? ¿Despertar de la frivolidad que nos rodea en todo instante impidiéndonos escuchar la voz suave del Señor? ¿Cómo espero la llegada de Jesucristo? ¿Me siento llamado en este tiempo de adviento a revitalizar mi fe y la esperanza?
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