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Foto del escritorLuis Ariel Lainez Ochoa

No temo que vengas. ¡Aquí estoy Señor!

Actualizado: 27 feb 2021




Caigo en la cuenta de que a pesar de la impactante crudeza de este año el tiempo sigue su curso, los últimos días del 2020 se extinguen; está tan próxima la celebración de la Navidad, la propaganda en los medios, los adornos en los centros comerciales y demás se han adaptado a esta nueva normalidad para recordárnoslo.


En medio de los preparativos externos de una navidad plastificada, el texto de este domingo me resulta contrastante: un ángel enviado por Dios irrumpe en la vida cotidiana de una muchachita de Nazaret llamada María. Imagino la sorpresa de aquella joven que mientras realizaba los quehaceres del hogar se le anuncia que será la madre del Mesías.


Aquella noticia le sacude hasta lo más profundo de su alma, pero de inmediato el ángel le confiere un mensaje que aquieta su corazón: ¡No hay nada que temer, estás llena de Dios! La vida de María había sido conducida cuidadosamente por el Padre para este momento, para esta gran misión. En los caseríos de una aldea de Israel sucede el momento culminante de la historia humana.


María, conturbada aún, no se hinche ante semejante distinción sino que en la humildad de su ser pregunta sobre el cómo se dará dicho acontecimiento. El Ángel explica la manera en que su vientre será el tabernáculo de Dios mediante el cuál irradiará la luz en el mundo. He aquí la esclava del Señor… La disponibilidad de María no tiene comparación, su disposición nace y se nutre de una consciencia de saber que todo proviene de Dios, se constata esa pobreza que su Hijo ensalzará unas décadas más tarde sentado en el Monte; por algo María es la mujer del Adviento.


Al contemplar todo lo anterior me maravilla ver como el Señor ha trazado todo un plan para redimir a la humanidad, pero me conmueve aún más saber que entre ellos estoy yo; que el Sí de María ha sido pronunciado para mi dicha, para mi plenitud, para mi felicidad, para mi salvación. La confianza de la Madre de Jesús disipa todo temor ante la llegada del Salvador, inspira en mí la respuesta: ¡Aquí estoy Señor!


Dejando que la Palabra toque mi corazón me pregunto ¿Qué temores albergo en mi vida que me impiden desear la venida de Dios hoy?, en la manera de vivir estas fechas ¿me entusiasman más los preparativos externos que el motivo esencial de la Navidad?, a pocos días del Nacimiento de Jesús ¿estoy dispuesto a que su luz toque mi vida?

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