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Foto del escritorFrancisco Ontiveros

No busquen honores ni compadrazgos



En esta ocasión Lucas nos sitúa en un caldo de cultivo tenso: para empezar, era sábado y Jesús fue invitado a comer en la casa de un hombre pudiente en la región. No se nos dice en dónde, tampoco el nombre de este influyente funcionario, lo que sí es que era el jefe de los fariseos. Lucas agrega un dato simpático: todos estaban espiando a Jesús. Cuchicheando y observando todo con recelo; interpretándolo desde sus categorías… Él también observaba, a tal grado que robó su atención (porque así lo dice Lucas), el modo en el que los invitados escogían los primeros lugares, los puestos de honor, las sillas más distinguidas. Ese es el ambiente al que nos traslada Jesús este domingo.

Jesús, entonces, aprovecha este escenario para dirigirles a los fariseos una parábola en la que no pretende ofrecer normas de urbanidad y buenas costumbres o tips del comportamiento al ser invitados a una fiesta de bodas. Su mensaje tiene dos destinatarios, primero se dirige al que es invitado y, finalmente, al que invita. A los primeros les motiva a no hacerse valer por honores y compadrazgos; a no ponerse en el primer lugar, porque eso los puede llevar a quedar en ridículo. Mejor a disfrutar del momento. Jesús llama, de muchas maneras a escoger lo pequeño. Señor, tú sabes que, con frecuencia, nos asalta el mal del fariseo influyente, concédenos el deseo de desear escoger los últimos lugares, danos la gracia de rechazar el incienso que engrandece para que podamos escoger como tú, el último lugarcito.

En cuanto a la llamada que Jesús hace a los anfitriones, Él les motiva a buscar «el más», a salir de la putrefacta dialéctica mercantil en la que se establecen relaciones comerciales, que siempre dejan en deuda. «Cuando des una comida no lo hagas esperando que te inviten después a comer y quedes recompensado por ellos, mejor invita a los que no tienen cómo pagarte, escoge a los que nadie invita por ser cojos, lisiados, ciegos, pobres…». Esa es la nueva normalidad a la que nos quiere trasladar Jesús, un estilo en el que se reconozca la grandeza de los pequeños y no la hinchazón de los poderosos. Señor, enséñanos tu modo, para que, de tu mano aprendamos a escoger.

Trato de entrar en la escena (Lc 14, 1.7-14), acompaño a Jesús a la casa del jefe de los fariseos y me pregunto, ¿Cuáles son esos «primeros lugares», que me atraen, que siempre ando buscando? Dialogo con el Señor de lo que suscite en mi la oración.

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