¡Mujer, qué grande es tu fe!
Este pasaje del evangelio que nos presenta San Mateo nos muestra la fe perseverante de una mujer pagana. En estos 7 versículos del capítulo 15, se puede ver en un primer momento una petición explícita de la mujer cananea y el silencio de Jesús, esto aunado con la súplica de sus propios discípulos por su “molesta” insistencia, la respuesta del Señor en ambos casos es negativa.En un segundo momento esta mujer hace una nueva solicitud al Maestro y la respuesta sigue siendo negativa, pero esta extranjera es audaz, persevera en su petición hasta obtener una respuesta favorable por parte del Señor Jesús en favor de su hija que se encontraba atormentada por un demonio.
El evangelista menciona al inicio del textoque Jesús se retiró a Tiro y Sidón, ciudades que no pertenecen a Israel, ampliando así el horizonte del pueblo de Dios que ahora se presenta comouniversal y comprende más allá del selectivopueblo judío. Este aspecto es esencial y se enfatiza aún más en la protagonista de este evangelio: una mujer Cananea, porque en la tradición judía, esta ciudad era símbolo de lo no judío, de lo no religioso, además por ser mujer no tenía voz en el interior del pueblo de Dios y, con ello, era extranjera.
En este texto San Mateo ocupa como recurso literario la paradoja e ironía e incluso un lenguaje fuerte: “No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselos a los perritos”, ¿quiénes son los perritos? Los no judíos; pero lo extraordinario es la respuesta que da esta mujer: “es cierto, Señor, pero también los perritos se comen la migajas que caen de la mesa de sus amos”.
La respuesta de esta mujer pagana causa una gran admiración en el Señor, pues muestra una confianza y apertura absoluta a su persona, cree firmemente que Él dará alivio a su hija. Su motor y fuerza sin duda, es el que brota de su misma situación vital, de su necesidad. En ella se cumplen las palabras de Jesús: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá”.
Termina este texto con la respuesta de Jesús: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! que se cumpla lo que deseas”. Con esto el Señor rompe cualquier esquema religioso vigente para hablar del Pueblo de Dios, ahora no puede éste limitarse a una raza, nación, sexo o condición social. Ahora para ser parte del pueblo de Dios es necesario tener fe, mostrar una confianza y apertura total a Jesús, como nos lo enseña esta mujer cananea.
Este evangelio nos invita a acercarnos al Señor, reconociendo que en Él están todas las respuestas a nuestras necesidades, a ser insistentes y perseverantes en nuestra oración. En la confianza puesta enteramente en el Señor. La oración cuando brota del corazón, siempre es escuchada por nuestro Dios.
Meditemos este pasaje del evangelio y dejemos que se actualice en nuestra vida: ¿De qué tiene que compadecerse el Señor de mí? ¿Qué es lo me roba la paz? Pidámosle al Señor la fe, la perseverancia y la confianza de esta mujer cananea.
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