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Pbro. César Romero Galán

Las enfermedades espirituales en los Padres de la Iglesia






La enfermedad en el ser humano


El hombre fue creado, conforme al libro del Génesis, a “imagen y semejanza de Dios” (1,26), por lo cual, el hombre es bueno y hace el bien; más aún, desconoce el mal, que es el sentido más profundo del Paraíso en el que Dios lo había colocado. Pero vino la tentación de parte del Maligno, el enemigo de Dios y del hombre: el ser como Dios, lo que equivale a ser sin Dios, que los Padres han comparado con la muerte, ya que se da un alejamiento de Dios.


Ahora bien, de este apartarse le derivan al hombre todos los males; pues se aparta, al mismo tiempo, de su propia naturaleza, que es tender a Dios, y de su fin propio, que es asemejarse a Dios por la acción del Espíritu. De ello derivan también todos sus desórdenes: para su ser entero, alma y cuerpo.


Por ello se considera pecado cualquier acto que desvía al hombre de Dios y de su deificación: “Obrar mal es salirse del buen camino; es que uno contradiga su verdadera intención, su naturaleza, su causa, su principio, su fin, su definición; en una palabra, su esencia misma” (Pseudo Dionisio).


De esta realidad del pecado y sus consecuencias, es de donde toman los Padres de la Iglesia el lenguaje médico para referirse a ella; como lo expresa san Gregorio de Nisa: “Antaño el género humano gozaba de salud…, a partir de entonces, esta enfermedad mortal que es el pecado se instaló en la naturaleza humana”. Así, el pecado es una enfermedad muy grave que consiste en la ignorancia de Dios; y su conocimiento es la salud deseada (cfr. San Máximo el Confesor y Evagrio Póntico).


Patologías o pasiones espirituales


Conforme a la concepción tricotómica que se tiene del hombre en la época patrística, las enfermedades espirituales los Padres las dividen en tres grupos: las que atañen al cuerpo, las del alma y las del espíritu. Ya que el ser humano es un todo, no se pueden separar en su existencia y su atención, aunque sí hay un especialista para cada una de ellas (médico, psicólogo y guía espiritual). Sin embargo, la fuente de toda salud será siempre nuestro Señor Jesucristo, en el Espíritu.


a. Pasiones cercanas al cuerpo


· Gula. Es definida como pasión centrada en el placer del comer o la falta de control en todo lo que se refiere a los alimentos; está centrada en la cantidad, en el deseo de comer mucho. Sus consecuencias principales son: pone en peligro la salud del cuerpo, tiraniza al ser humano con su pasión, y lo aleja de su vocación al alejarlo de Dios.


· Lujuria. Se refiere al uso pasional de la sexualidad que, según los Padres, no pertenecía a la condición originaria del hombre. No nace de una valoración negativa de la sexualidad, sino que hay que diferenciar entre el uso natural de la sexualidad y un uso antinatural o pasional.


· Amor al dinero y deseo de tener más. Es una atadura a los bienes materiales, que se manifiesta en el gozo por poseer las riquezas, la preocupación por conservarlas, la dificultad en separarse de ellas y la pena que se siente al darlas. Su causa es la actitud con que el hombre contempla los bienes materiales, que les da un valor en sí mismos, disfrutando no su uso, sino su posesión.


b. Pasiones cercanas al alma


· Tristeza. Es una pasión que hace mal uso de la tristeza según Dios, que lleva al arrepentimiento, y se centra en llorar por la pérdida de bienes sensibles al no haber podido conseguir los placeres esperados, de modo que se frustran las expectativas sobre sí mismo o sobre sus relaciones con los demás.


· Acedia. Significa falta de cuidado, negligencia o indolencia. Aparece cuando la persona se encuentra en el estado de dejadez que produce el apego a los propios gustos o el dominio de la tristeza. Algunas causas son: un estilo de vida volcado en el activismo, una cierta frialdad en el ámbito religioso, la rutinización de la existencia, falta de proyectos y la tendencia al desánimo ante los fracasos y desilusiones.


· Cólera o ira. El ser humano, al alejarse de su finalidad, utiliza la cólera para combatir consigo mismo, con Dios y con el prójimo; se ve expresada en la violencia, la lucha, la agresión, el resentimiento, el rencor, el odio, la hostilidad o animosidad, el mal humor, la impaciencia, la indignación, las burlas, la ironía y la malevolencia. Su principal origen es la vanagloria y el orgullo.


· Temor. Se produce por la idea o sentimiento de la pérdida de aquellos bienes cuya posesión, real o imaginaria, nos produce cierto goce sensible, y en el fondo revela una atadura a estos bienes. Una manifestación grande de él es la pusilanimidad, o temor a realizar una acción, una mezcla de falta de voluntad, timidez y debilidad de carácter.


c. Pasiones cercanas al espíritu


· Vanagloria. Se manifiesta en dos vertientes: vanagloria relativa a los bienes materiales: consiste en mostrarse orgulloso de los de los bienes que se posee o se cree poseer, así como en ser admirado por otras personas a causa de estos bienes. La relativa a los bienes espirituales se presenta en las personas que han superado el primer nivel de crecimiento espiritual, consiste en ser admirado por las virtudes que se tienen o buscar esta alabanza de los otros.


· Orgullo. Es considerado el origen de las demás pasiones, al ser la perversión del amor a sí mismo. Se expresa en las relaciones con los semejantes, al creerse superior a los demás, o al menos a algunos de ellos, o buscar esa superioridad; y en relación con Dios, se presenta como negación o rechazo de Dios, y como confianza presuntuosa en las propias fuerzas y rechazo de la ayuda divina.


Restauración en Cristo de la sanidad primordial


El único que nos puede sanar de todas estas enfermedades es Cristo, ya que él mismo lo atestiguó en su Evangelio: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos… Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Mt 9,12.13); además: “El Espíritu del Señor está sobre mí… me ha enviado a curar a aquellos que tienen el corazón roto” (Lc 4,18).

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2件のコメント


egildarojasm
2022年11月25日

Excelente enseñanza solo Dios nos puede sanar claro nosotros tenemos que entregarnos estar dispuesto a sanar y Dios hace la obra Amen

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Álvaro Miguel González
Álvaro Miguel González
2021年8月25日

EXCELENTE enseñanza que trasciende lo lacónico y que mueve a la reflexión mayor, con muchos elementos para analizar y decisiones para profundizar en su consecución. Más de estos trabajos por favor. GRACIAS

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