La tormenta se apacigua con el Señor
Actualizado: 27 feb 2021
Este tramo del evangelio no comienza con la imagen de la tormenta. Eso nos llevaría a mirar de una manera sesgada y reducida de lo que el Señor quiere mostrar. Aunque hay algunos que, por ser esta imagen fuerte e impactante, se quedan prendados de ella. El evangelista Mateo nos dice que el Señor despidió a la gente y le dijo a sus discípulos que embarcaran y se fueran a la otra orilla. Él lo que realmente quería era subir al monte, estar a solas y orar. De este gesto humilde proviene todo lo demás.
La primera realidad que pisa el Señor Jesús es el monte. Es la tierra firme que le brinda apoyo y seguridad. La otra tierra firme es la oración. En ella se vive anclado su corazón. Es la peña en que se ampara para salir al rescate de los demás. Enseña, por tanto, que solo desde ahí se puede uno adentrar en la tormenta que agita y sacude el mar.
La tentación sigue siendo la misma: fijarnos en lo terrible, lo que amenaza, lo que sacude y dejar lo esencial. El miedo quiere que rememos por las rutas de la angustia y la desesperación. Ahí todo va peor. Se hace imaginar fantasmas y la amenaza bloquea el corazón. Mucho de ello es el miedo en que nos han educado: a las olas, al viento, a la agitación. Es la imagen de un Dios poderoso, exigente, irritable que se mueve más desde la tormenta y el viento huracanado que de la brisa suave y apacible.
El Señor Jesús aparece sobre las olas y calma el viento. Es el Dios de Elías, del sosiego y de la paz. Es quien doma la tormenta y devuelve la esperanza y la fe. Él quiere que sus discípulos respiren un clima diferente: de consuelo, de confianza y seguridad, que es capaz de ahuyentar todo mal.
Lee y medita el evangelio: Mt 14, 22-33, al final contesta lo siguiente. ¿Cómo vas en la oración? ¿Se ha vuelto tu punto de partida? ¿Logras despedir por un momento de tu interior los ruidos, a los demás, a ti mismo, para que te llene el Señor? ¿Es la confianza en el Señor la clave para enfrentar tus miedos? ¿A qué te invita el Señor?
Este evangelio siempre me mueve y cada que lo escucho o lo leo encuentro cosas nuevas, las cuales considero un regalo de Dios, y sí, también siempre pidiendo a nuestro Señor que me haga ir a Él cuando deje de mirarlo. ¡¡¡Gracias x tu compartir!!!
Completa nuestra fe, Señor...
Es en las tormentas humanas cuando más dudamos de nuestra fe, nos acosa la inseguridad y el miedo, pero es en las grandes adversidades donde nos debemos tomar de la mano del señor, para ganar con ello bonanza espiritual y que nuestra fe se vea fortalecida. Un abrazo padre Artemio.