La regla más importante: el amor
Actualizado: 27 feb 2021
Los fariseos del Evangelio llegaron con la intención de poner a prueba a Jesús y sin querer nos regalaron la regla más importante de todas: el amor.
Pero ¿para qué sirve esta regla? Porque si de reglas hablamos, la mayoría sabemos que matar no es correcto, al igual que robar y envidiar. Y eso lo aprendemos de pequeños en el catecismo, la dificultad se presenta para muchos de nosotros cuando la vida avanza. Cuando la línea entre lo correcto y lo incorrecto no es tan clara:
¿Dónde está la línea entre la caridad y la justicia? ¿Por qué dar una ayuda a alguien que me engaña o que bajo mi juicio no lo necesita? Si tal vez yo estoy tan o más necesitado.
¿Dónde está la línea entre la claridad y la crueldad? Cuando en ocasiones puedo esconderme bajo el argumento de ser sincero, transparente y directo, pero en realidad estoy hiriendo a alguien con mis palabras.
¿Dónde está la línea entre la omisión y la prudencia? ¿Cuándo dejó de decir algo por no tener una postura? O por miedo a las críticas bajo la máscara de la prudencia.
En estos y muchos otros cuestionamientos, que son válidos, mientras aprendemos a vivir, la respuesta de Jesús aplica: es el actuar primero desde el amor a Dios y por consecuencia desde el amor al prójimo.
Sin embargo, el amor es regalo de la misericordia de Dios, no es producto humano; se pide todos los días con un corazón dispuesto a trabajar con Él y por Él. Consciente de que es un trabajo diario que dura toda la vida hasta llegar al encuentro con el creador.
En un ambiente de oración, vuelvo a leer el texto de Mt 22,34-40, y me dejo interpelar por las siguientes preguntas: ¿cómo ha sido mi experiencia con el amor que he recibido?, ¿estoy en la sintonía de una vida desde el amor?, ¿mi amor a Dios me lleva al amor de mis hermanos?, le suplico a Dios la gracia de amar según su estilo.
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