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Foto del escritorPaola Córdova Cuevas

La portadora de la buena nueva




El Evangelio de hoy nos invita a recordar un hermoso pasaje que todos conocemos muy bien, y que incluso meditamos al realizar el santo rosario: La visitación de María a su prima Isabel. Este peregrinar lo realizó la Virgen al saber que estaba ya embarazada de Jesús, ya que el Espíritu Santo le reveló que su prima estaba embarazada también, aún a una avanzada edad. María tomó la iniciativa de ir al encuentro de su prima, fue ella quien se puso en camino. Esto nos invita a reflexionar la actitud de María, siempre madre, que sale al encuentro de sus hijos, tomando la iniciativa de dirigirse hacia nosotros. Es ella quien se pone en camino, pero también es Isabel quien la reconoce. Es ella quien queda llena del Espíritu Santo ante el encuentro con la madre de Dios, y se sabe poco merecedora de esa visita.


María es la portadora de la buena nueva, de la alegría, desde los primeros momentos de haberse convertido en madre del Salvador. Es ella quien nos lleva a Jesús inevitablemente, quien sale a nuestro encuentro y lleva consigo la noticia de la salvación. La palabra de hoy nos recuerda que el encuentro con ella nos traerá a su vez la presencia del Espíritu Santo, que nos hará reconocer a Cristo y sus obras.


Meditemos y observemos a nuestro alrededor. Busquemos una imagen de María que, discretamente, reposa sobre el altar de nuestra casa, en una pequeña estampa o en una medalla que traemos. María siempre está, su presencia silenciosa y persistente nos recuerda a la de una madre que está ahí esperando para auxiliar a sus hijos ante cualquier necesidad. Es esa presencia la que sale a nuestro encuentro, muchas veces aún sin buscarla, llevando consigo no sólo a Cristo, sino el consuelo del Espíritu Santo cuando más lo necesitamos. ¿Quiénes somos nosotros para merecer tal dicha?


En el día de hoy, en mi día a día, ¿dejo que María salga a mi encuentro y me conduzca a Cristo? ¿Sé reconocerla, como Isabel, y me lleno de gozo ante su presencia? ¿Dejo que el Espíritu Santo obre en mi vida, fruto de esa intercesión constante de mi Madre del Cielo? No dejemos que el Evangelio de hoy pase sin dejar semilla en nuestro corazón, volviendo nuestros ojos a nuestra madre que, estando siempre a nuestro lado, hoy nos recuerda que el verdadero gozo está en Dios, nuestro Salvador.


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