La Palabra que salva viene en nuestra búsqueda
“Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan”. Jesús lee los signos de los tiempos a la luz de su misión y reacciona ante ellos. El anuncio del Reino conlleva riesgos. Pero Jesús no se vuelve atrás. Se retiró a Galilea. La cosa empezó en la Galilea de los gentiles; en la periferia. Gentes mal vistas por los judíos observantes, pero no por Dios. Ahí se estrenó el reino. Ahí, el pueblo que habitaba en tierra y sombras de muertes vio una luz. Se estableció en Cafarnaúm, junto al mar. Un puerto al norte del mar de Galilea, cruce de caminos y culturas con necesidad de encuentro: judíos, romanos, recaudadores de impuestos, pescadores, prostitutas o jefes de la sinagoga se entremezclaban.
“Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos”. Jesús se solidariza con el mensaje del bautista; dos son los centros de Jesús: Conversión y reino. Conversión significa cambiar la manera de ver (mentalidad), caer en la cuenta de una verdad más profunda, disposición para recibir la buena noticia, la presencia liberadora de Dios como gracia. El Reino, es el anuncio de la voluntad salvífica y amorosa de Dios, buena noticia para la gente. Jesús camina por la playa y llama a cuatro personas para seguirlo, esa es la primera comunidad. Los llama donde están y como son, para involucrarlos en su misma misión y ellos inmediatamente dejan las redes y lo siguen, porque se sintieron atraídos por el amor. Sólo Jesús, que nos conoce y nos ama hasta el final, nos hace salir al mar de la vida. Como lo hizo con aquellos discípulos que lo escucharon.
“Vengan detrás de mí y los haré pescadores de hombres”. Jesús es el que llama a diferencia de los maestros de la ley. El Evangelio donde se predique tendrá seguidores. ¿Por qué llama? No hay persona por pobre que sea que no tenga algo importante que hacer en el reino de Dios. La respuesta se renueva a lo largo del camino. Seguir a Jesús es una liberación por eso ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Seguir a Jesús es consagrar la vida al reino; el que sigue a Jesús ya no vive para sí mismo, sino para el reino. Dios ofrece un camino y el hombre acepta la propuesta de Dios.
Jesús recorría toda Galilea enseñando y proclamando el reino del Evangelio y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. No se queda parado, va en busca del pueblo; va en busca de sus ovejas para enunciarles su mensaje. Un cristianismo que no empuja a darse a los demás, a atender al pueblo que sufre, no tiene nada que ver con Jesús. La salvación es para todos, anuncio del último envío de Jesús resucitado: hagan discípulos a todas las naciones, a todos los pueblos.
Preguntémonos: ¿qué te dice el Señor en éste texto? ¿Eres caminante o estás anclado en lo de siempre? ¿Qué significa para ti la llamada a la conversión? ¿Vives el gozo de sentirte llamado por Jesús?.
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