La experiencia de encontrar al Señor
El Bautismo de Jesús nos dice que comenzó el tiempo ordinario en la Iglesia. Entrar en el tiempo ordinario es entrar en la vida pública de Jesús: “Ser discípulo es estar donde Jesús está” es decir que el Señor encuentra un corazón disponible y atento a la escucha de su Palabra. Qué difícil es encontrar al Señor en la vida diaria. Ahí donde aparentemente, o a los ojos de muchos, no hay sorpresas, regalos, grandes reuniones... Por eso, en lo cotidiano quiero encontrarte Señor. La vida cotidiana puede ser pesada y rutinaria, pero llena de sentido si está animada por Ti.
Encontrar a Alguien para quedarse con Él y seguirlo a donde Él va: es la experiencia de los discípulos del Evangelio de este domingo (cf. Jn 1, 35-42). El encuentro con Jesús a todos nos pone en camino. Es una gran cosa el poder experimentar la presencia del Señor en el corazón, ya que siempre anima el caminar cotidiano, a veces tan gris. Solamente quien se ha dejado encontrar por Él vive en la fortaleza de caminar cada día, aunque no sucedan grandes experiencias que nos hagan vibrar. A veces no se ve con claridad, pero Él está. Nos lo dice el corazón. Dios se comunica con su creatura. Él es el Emmanuel que hace poco celebramos: el Dios con nosotros.
Hoy el Señor también me pregunta, en esa misma escena que la vivo “como si presente me hallase”: ¿Qué buscas? Trato de escuchar su invitación que me dice: “Ven a ver”. Queda claro que las experiencias de Dios quedan grabadas en el corazón. Cuando el Señor nos habla no se olvida el paso que deja en nuestras vidas: “Eran como las cuatro de la tarde”.
Esos encuentros propicios, aunque no siempre sean cotidianos, nos hacen volver al Señor, pues nos sigue recordando que Él siempre nos está esperando, para estar con Él. No tengamos miedo a abrirnos a esa experiencia que transforma y anima, no nos libra de las dificultades, pero se le hace frente a tantos sinsabores también de la vida cotidiana. Él está cercano y nos invita a estar con Él. Es la experiencia de Dios la que hace hablar a Juan y hace que los demás discípulos vayan a Jesús. Es la experiencia de Andrés la que hace ir por su hermano para llevarlo al Señor para que viva también él ese gran encuentro.
Señor, también quiero vivir la experiencia del encuentro contigo en mi vida cotidiana, y llevar a los demás a Ti. Hablo con Jesús en mi oración y lo dejo que hable a mi corazón.
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