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María de los Ángeles Marcial Hernández

Juntos andamos, Señor



¿Conozco a Dios? ¿Creo en Dios? Aún más: ¿Le creo a Dios? ¿En qué Dios creo? ¿Cómo es mi relación con Dios, realmente? ¿Qué espacio dedico para acrecentar mi relación con Él?


Escribir un diario espiritual de la propia historia con Dios en momentos importantes me ayudará a tener claro y a asumir cómo percibo realmente a Dios: como un Dios misericordioso, bondadoso, lleno de ternura infinita que me ama incondicionalmente. O, tal vez como un Dios que me vigila constantemente y juzga todo en mí y en los demás. O como un Dios que sale a mi encuentro para guiarme y darme plenitud de vida.


Me gustaría invitarte a reflexionar sobre algunas de tus experiencias fundantes donde Dios ha estado presente en tu historia. Es decir, aquellos momentos en los que lo has experimentado tan de cerca que eso hizo un cambio profundo y verdadero en ti. Trata de recordar el modo en que se hizo presente para que puedas vivenciar cómo se comunicó contigo y cómo te comunicaste tú también con Él.


Un ejemplo de experiencia fundante puede ser un retiro donde se habló de Dios a través de dinámicas, espacios de oración, tal vez alguna frase o algún texto tocó fuertemente tu corazón y la forma de ver todo alrededor cambió. Otro ejemplo de experiencia fundante: cuando una joven descubre su vocación a la Vida Consagrada ella ha experimentado a Dios en su corazón y nada más puede llenarle ya, entonces decide seguirle.


Para un Discernimiento espiritual, se necesita entrar en comunicación con Dios, encontrarse con Dios, dejarse guiar a una vida en plenitud con Él, donde Dios entrará en comunicación conmigo y yo con Él; es estar en apertura, con liberalidad para escuchar su voz y responderle, entrar en diálogo donde le hablo y me responde, es encontrarme cara a cara con Él.


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