Jesús el Maestro de logoterapia
Primero empecemos definiendo o conociendo qué es la logoterapia. La etimología está formada por las raíces griegas “Logo” sentido-significado y “terapia” que significa tratar-cuidar. La logoterapia se centra en el sentido de la existencia humana y en la búsqueda de ese sentido por parte del hombre a través de tres modos: 1) realizando una acción, 2) aceptando los dones de la existencia (el amor) y, 3) a través del sufrimiento.
Reconoce como parte esencial la dimensión espiritual del ser humano y explica que para cada persona existe un sentido específico de la vida, mismo que sólo ella podrá descubrir. La intención de la logoterapia sería poner los medios para lograrlo.
Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra vienés, describe en su libro “El hombre en busca de sentido” su experiencia vivida en el campo de concentración de Auschwitz y trata de hacer una clara diferencia entre su experiencia humana y su proceso psicológico, lo cual ha sido la base de lo que hoy conocemos como logoterapia, término que utiliza para definir su propia teoría y método terapéutico.
El haber vivido un trauma tan terrible, provocó en él la despersonalización. De ahí que él mismo conciba que el camino de vuelta implique un proceso de sensibilización que debe de ser lento para no sufrir daños psicológicos. También observó en los campos de concentración, ante la inminencia de la muerte, que algunos experimentaron deficiencia moral, amargura y desencanto; pero que otros pasaron de oprimidos a opresores. Con lo que no estaba de acuerdo, ya que él concibe que nadie tiene derecho a realizar el mal, aunque este haya sufrido una injusticia. Tras haber soportado increíbles sufrimientos, ya no hay nada que temer, excepto a Dios, dice el autor: “En la angustia clamé al Señor y Él me contestó desde el espacio en libertad”.
En este texto de Frankl se descubre que no sólo se comparte un relato sumamente estremecedor y duro de la vida de muchos que seguramente vivieron el cautiverio en los campos de concentración, sino que de manera velada, va llevando al lector poco a poco para que se tope con la idea de encontrar un “para qué” de esa experiencia y de toda experiencia. De ahí que esta sea una aportación sumamente valiosa para la humanidad en el campo de la psicología. La “Logoterapia” guía, pues, a las personas en la búsqueda del sentido de su vida, a través de encontrar las propias respuestas, incluso en medio de sus sufrimientos.
¿Por qué considerar a Jesús como Maestro de la logoterapia?
Porque Jesús entendió perfecto que “el para” de su muerte en la Cruz tenía un sentido profundo. Fue para redimir los pecados del mundo y hacernos hombres y mujeres libres. Ha sido un acto profundo de amor.
El proyecto del Padre siempre ha sido de amor. Él nos ama tanto que ha querido salvarnos, pero para salvarnos necesitaba desplegar un gran proyecto en el que sintiéramos que nuestra condición humana quedaba totalmente asumida y recibida. Para ello Él, Dios mismo, tuvo que hacerse humano y es ahí donde se encarna Jesús que viene al mundo no solamente a ser como uno de nosotros sino a ser el Verbo, la palabra amor, a mostrarnos que teniendo claro cuál es el sentido de nuestra vida y haciéndolo por amor se alcanza la felicidad plena a la que Dios nos invita aunque esta implique cualquier sufrimiento humano.
En los años que conocemos como la vida pública de Jesús, sin duda nos muestra el amor de Dios a su Hijo y nos hace hermanos en Cristo para sabernos y sentirnos también hijos de Dios y merecedores de ese amor, pero también nos invita a vivir en la verdad. Este vivir en la verdad llevó a Jesús a la muerte y no fue una muerte cualquiera, fue una muerte de Cruz, una muerte llena de dolor, sufrimiento, injusticia, traición, rechazo de los suyos, humillación y en el momento final sentir abandono. ¿Y todo esto valió la pena? Sí, porque Jesús entendió que “el para” de su muerte era la salvación del mundo, eso no significa que no haya sufrido, significa que su sufrimiento tenía un sentido mayor como lo reconoce Frankl en su libro y eso le dio sentido a su vida.
La vida de Jesús nos invita a encontrarle el sentido a nuestra vida, a encontrar nuestro propio “para” que nos lleva a buscar soluciones, y nos anima a caminar. Teniendo claro para qué vivimos podremos vivir de manera más plena, disfrutando de lo bueno y de lo no tan bueno; y encontrando aprendizajes de todo lo que la vida nos presente, alegría, tristezas, sufrimiento o gozo. Cada uno tiene una misión en la vida que nadie más hará, lo importante es encontrarla y hacerla de la mejor manera. Se trata de buscar de la mano de Dios la misión para la que Él nos ha creado y encontrar con Él el sentido de vida.
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