Infancia espiritual
Doctrina que considera a Dios esencialmente como Padre amoroso, a la que corresponde la actividad del alma que se considera hija de Dios. El texto del evangelio de san Marcos nos da el fundamento escriturístico de esta doctrina muy antigua en la comunidad cristiana.
Santa Teresa del niño Jesús tiene el mérito de haber sistematizado concretamente la infancia espiritual como doctrina. ¿Qué se entiende por permanecer pequeños ante Dios?
Es reconocer la propia nada, esperarlo todo del buen Dios como un niño, lo espera todo de su padre y no inquietarse por nada, no amasar fortunas espirituales. Incluso entre los pobres se da al niño lo que es necesario, pero cuando crece su padre ya no lo quiere mantener, si no que le dice: ahora trabaja, puedes bastarte por ti mismo.
Ser pequeño es también no atribuirse las virtudes que se practican, creyéndose capaz de algo, sino reconocer que es Dios quien pone las virtudes en las manos de su niño, para que él se sirva de ellas cuando tenga necesidad; pero siempre las virtudes son el tesoro de Dios.
La infancia espiritual consiste también en no desanimarse ante las propias culpas, porque los niños caen frecuentemente. Desgraciadamente muchos no comprenden que la satisfacción es obra sobretodo de Dios (aunque no exclusivamente) y consiste en no buscar a Dios entre muchas devociones pequeñas, sino en la adhesión plena y generosa a su voluntad. El abandono nos pone en manos de Dios y nos libera de las consecuencias que podrían derivarse de nuestras decisiones y de nuestros actos; así se obtiene la paz del corazón, fruto de la única dirección divina que nos acompaña.
Para mayor claridad en esta materia; tres puntos básicos:
a) Conocimiento de la propia miseria e impotencia personal.
b) Confianza en el amor y en la acción santificante de Dios hasta la audacia.
c) Colaboración generosa a la acción de Dios evitando el falso «quietismo» que afirma, no tener necesidad de hacer penitencia ni orar.
La fe es la participación a la vida de Dios, es la adhesión a Él como único Señor y es también apoyarse exclusivamente en él. El apoyarse en Cristo y el total abandono en Él, son expresiones de la confianza que le tenemos.
El hombre siempre se orienta hacia la búsqueda de la seguridad, hacia los apoyos y por eso está orientado hacia el abandono. El sentimiento de la seguridad le lleva a poseer algún sistema de seguridad, requisito básico elemental para la mente humana.
Para que nuestra fe sea apoyo en Cristo y abandono en él, debemos ser consientes de que únicamente es nuestra verdadera seguridad. La fe es no apoyarme más que en Dios. No podemos apoyarnos en ninguno de sus dones, sino solamente en Él mismo, en su poder infinito y en su amor ilimitado.
Comments