¡Hosanna! Jesús es el Señor
El camino cuaresmal que la Iglesia nos ha señalado llega a su culmen. La celebración de este domingo apertura la Gran Semana, más allá de los ritos y signos tanto litúrgicos como piadosos que embellecen estos días, el cristiano está llamado a profundizar en el verdadero sentido y significado de la Semana Santa.
La lectura de la Pasión que se proclama hoy recuerda a cada creyente la importancia de las últimas horas de Cristo, la Iglesia contempla aquí los acontecimientos fundantes de la fe: Dios hombre que ama hasta el extremo de dar la vida. Toda la predicación precedente del Hijo se consolida y se vuelve palpable en la entrega libre de Jesús para redención de todos cuantos crean en Él.
De los tantos temas que cruzan la dinámica de este día y ante los cuales el cristiano puede detenerse para contemplar y -como recomienda San Ignacio- pedir conocimiento interno de Jesús…para que más le ame y le siga (EE 104); estas líneas reparan en uno: el Señorío de Cristo.
El ramo que cada fiel lleva hoy consigo le mueve a fijar la mirada en el Maestro que entra triunfalmente a Jerusalén, quien contempla también al pueblo aglomerado que le rinde honores y le pide reinstaure el señorío de Israel. Sin embargo, este Rey entra montado en un burrito revestido de humildad y mansedumbre; Cristo acepta el recibimiento, aunque en su interior logra darse cuenta que su propuesta no ha sido entendida del todo.
En la algarabía y la emoción, las personas cercanas a él han suprimido momentáneamente los anuncios hechos por Cristo acerca de su pasión. La tensión entre los grupos religiosos y políticos y Jesús era ya insoportable; aún así Cristo se muestra dueño de sí mismo y consciente de su misión.
El evangelista Marcos en su estilo sobrio pero puntual le regala al creyente la oportunidad de contemplar a un Jesús que entrega su vida consciente y voluntariamente, que ante las autoridades no se amedrenta ni tartamudea; el Hijo se muestra señor de su vida y de su historia, por ello el Padre lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgo el nombre sobre todo nombre (Cf. Flp 2,6-11).
Esta semana está caracterizada por su exigencia, por el movimiento, por la atención a los detalles y la organización, probablemente sea ardua para muchos de los creyentes que participan activamente; pero, ante esto San Ignacio en una de sus contemplaciones nos ha legado una pauta: haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno…con todo acatamiento y reverencia posible (EE 114).
Es pues, acercarse a este misterio con una actitud de pobreza (necesitado de Dios), de humildad, de discreción y servicio, puesto que esa ha sido la escuela de Cristo el Señor, quien se deja hacer, aquel que ama hasta el extremo. Me pregunto: ¿Con qué actitud viviré estos días santos?, ¿qué se mueve dentro de mí al aclamar Hosanna?
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