HAZME JUSTICIA CONTRA MI ADVERSARIO
Jesús, fiel a su impresionante estilo pedagógico, ahora les enseña a sus discípulos -y en ellos a nosotros-, la necesidad de orar siempre y sin desfallecer. Esto nos da mucha luz respecto del tema de la oración, pues según esto, orar es una necesidad, algo que, como lo dice el nombre se necesita, y si se necesita es, simplemente, porque no se tiene. Pero, también se ha de orar siempre, no cinco minutos, ni diez, ni en un retiro, ni una semana, o un mes o un año. Jesús es radical: siempre. Y también nos indica cómo se ha de orar: sin desfallecer, es decir, con ánimo, fuerza y energía. Con esto, el mismo Maestro nos resuelve tres preguntas: ¿qué es la oración?, una necesidad. ¿Cuándo orar?, siempre. ¿Cómo orar?, sin desfallecer. Sin más, se trata de un verdadero misterio.
Propone una simpática parábola de dos personajes, por un lado, un juez que no repara en la opinión que tengan de él los demás, es un incrédulo. Por si eso fuera poco era grosero e irrespetuoso. Dice Jesús “no temía a Dios ni respetaba a los hombres”. Por el otro lado, el segundo personaje es una viuda insistente, con estas dos palabras nos dice mucho: estaba en desventaja, sola, seguramente era pobre. Jesús sugiere que ella era hasta impertinente: “una viuda que acudía con frecuencia”. Una mujer con una insistencia molesta.
El Maestro aprovecha esto para enseñar que su Padre Dios, no es como el juez malvado que no atiende con prontitud. Cuando nosotros oramos no le hablamos a un juez inicuo, sino a un Padre Bueno y Misericordioso que siempre nos escucha, que ve nuestros esfuerzos por orar un poco, por vencer nuestras flaquezas y limitaciones. Este Padre no nos hará esperar “les aseguro que les hará justicia sin tardar”. Nuestro Padre nos hace justicia en contra de nuestro adversario, sin demora, basta que clamemos a Él.
Este domingo Jesús nos habla de uno de los temas cruciales en la vida del cristiano, observamos su pasión al hablar de la oración. Su vida misma es una oración insistente, que no desfallece. Ante esta parábola me pregunto: ¿cómo me va en el tema de la oración?, ¿qué dice de mí mi oración?, ¿cómo es el concepto que tengo de Dios cuando oro? Contemplo al Señor y le digo: “hazme justica contra mi adversario”.
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