¡Ha confiado en mí y espera que dé fruto!
Actualizado: 27 feb 2021
El texto de este día es conocido como la parábola de los viñadores homicidas. Jesús lo dirige específicamente a los sumos sacerdotes y a los ancianos que desacreditan su obra y predicación. Ellos como guías del pueblo escogido por Dios –arrendatarios de la viña- han caído en la tentación de sentirse amos de la misma llegando a las últimas consecuencias: los ultrajes a los siervos y la muerte del heredero. No es difícil comprender aquí los signos alusivos a la misión de Cristo y los obstáculos que los líderes religiosos han puesto a ella.
Lo interesante es que el Maestro habla de unos nuevos arrendatarios que darán fruto a su tiempo. Estos arrendatarios somos tú, yo, y muchos otros que hoy permiten al Señor tocar sus vidas con esta Palabra. La nueva generación de creyentes está invitada a no repetir los errores de los anteriores. La obstinación en el error y la incredulidad en Jesús han llegado al punto más alto de rechazo a Dios que se concretiza en la muerte; sin darse cuenta que al darle muerte al Hijo también se han dado muerte a ellos y a la alianza que con Dios habían pactado.
El Padre apuesta por confiar una vez más (y siempre) en ti y en mí. Nos confía su viña. Para eso no espera obras extraordinarias o rimbombantes, sino fidelidad a su proyecto y recoger los frutos a su tiempo. Una de las laceraciones que aquejan al hombre moderno es la auto-referencialidad. Se olvida que Dios es el Señor de la vida y se niega a producir frutos para Él, simplemente porque se está en la creencia de que todo se merece y de que se es dueño de todo. ¡Vaya espejismo!
El Evangelio nos mueve a trabajar en la viña del Señor y a dar frutos para el Reino. Es necesario recordar que el dar fruto a su tiempo se puede traducir como: ser quien soy, hacer el bien, amar intensamente, disfrutar plenamente la vida, buscar la justicia y la solidaridad con los demás.
En la presencia del Señor me pregunto: ¿qué cosas, actitudes, hechos concretos, personas, etc., me impiden dar el fruto que el Señor espera de mí?, ¿cómo son mis actitudes ante Dios y ante el prójimo?, ¿qué tanto me siento merecedor y dueño de personas y objetos?, ¿cómo vivo mi relación con todo lo que el Señor me da?, ¿experiemento libertad interior respecto a ello?
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