Espera y esperanza
Estén despiertos en todo momento
Estamos comenzando un nuevo tiempo litúrgico, el adviento. Un tiempo de espera, un tiempo de esperanza. Parecería contradictorio que, en estos momentos en los que aguardamos la venida del Salvador, tengamos una lectura de este tinte, hablando sobre hombres que desfallecen de miedo y el mundo entero en una especie de sacudida.
¿A qué nos invita el Señor con una lectura como la de hoy?
Recordemos que el adviento tiene como objetivo avisarnos acerca de dos esperas: la de Jesús hecho hombre, que se manifiesta en la Navidad, y la de Jesucristo resucitado, a quien esperamos en su segunda venida para juzgar a vivos y muertos.
El adviento es un tiempo que nos dice principalmente que debemos estar listos. Que nuestra fe debe ser expectante, atenta, una que «se le queme la miel» por esperar la venida de Jesús. La venida espiritual, que se dará en la Navidad, y la venida presencial y profética, que ocurrirá cuando Jesús venga por segunda vez, el día que sólo el Padre conoce.
«Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad». Quizá algunos, al escuchar esta lectura, sientan temor al imaginar a un Dios que viene con toda la grandeza que le corresponde. Sin embargo, es nuestro corazón anhelante el que espera esta venida. Nuestra alma quiere que venga, lo pide todos los días, nuestra boca lo proclama en la Eucaristía cuando decimos «ven, Señor Jesús». Es una venida que, lejos de asustarnos, nos llena de esperanza. «Pongan atención y levanten la cabeza». Jesús viene, de forma espiritual en la Navidad y de forma presencial cuando menos lo esperemos.
Este llamado nos invita a no distraernos con el ruido de las festividades, que cada vez es mayor y más alejado del verdadero motivo de nuestra reflexión. La lectura nos advierte: «estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de la vida no entorpezcan su mente…».
Reflexionamos ante esta lectura que tan atinadamente nos invita a hacer una pausa en el inicio del Adviento. ¿Cómo comienzo a vivir esta espera? ¿Anhelo a Jesús que va a nacer en mi corazón, o espero más en las meras festividades ? ¿Estoy velando expectante ante la segunda venida de Cristo, o estoy tan apresurado con los pendientes de esta vida que me olvido de pensar en Él?
Así estemos o no preparados, Jesús viene. Hagamos, pues, una pausa en nuestra vida y dirijamos nuestros pasos hacia nuestro Salvador.
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