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Foto del escritorPbro. Manuel Jiménez

Envió a los discípulos a dar testimonio

También nosotros somos enviados a testificar.



Todas nuestras tareas en este mundo se resumen en un solo mandato: imitar a Cristo en quien se encuentra colmada toda perfección divina.


¿Pero qué es imitar a Cristo?

¿Será acaso volver a hacer lo que él hizo, reproducir materialmente sus acciones y poner nuestros pies en sus pisadas?

¿Es sólo reflejar su semblante como se reflejan los objetos?


No, es más bien hacer lo que él habría hecho si se hubiese encontrado como yo soy o dónde estoy; es ponerme tan cerca de su acción, permanecer tan dócil a su Espíritu, que pueda por mi y en mi, completar su obra e irradiarla en toda mi vida.

El conocimiento precede a la aceptación. Hay ciertas disposiciones fundamentales para buscar a Dios.


Si Dios es un ser personal y no un principio abstracto que explica el universo, o un poder ordenador del cosmos o una fuerza ciega de la naturaleza, no hay que pretender someterlo y abarcarlo con la inteligencia humana, sino aproximarse a él con la reverencia de lo insondable. Pero podemos ayudar su búsqueda con algunas disposiciones.


Seamos siempre abiertos a la verdad dondequiera que se encuentre. Orientación profunda de todo lo verdadero, noble y bello que se nos presenta en la vida. Todo lo que hace al hombre más justo, más humano, más persona.


Despojarse de todo prejuicio intelectual; cargas afectivas que impiden aproximarnos a los seres en toda su realidad. Dogmas cientistas de la experimentación sensible y aceptar como toda posibilidad real de nuevas luces que no han llegado pero que algún día pueden iluminar el mundo de mi existencia.


Aceptar y reconocer lo gratuito de la existencia:

Disponerse a marchar a lo desconocido. Salir de la instalación, inmovilizado por costumbres formalidades y criterios aceptados pasivamente. Abrirse a los valores de la solidaridad y justicia. disponerse a actuar conforme a la conciencia personal; abiertos al peligro de la entrega. “Expuestos a pasar como raros ante los sabios y prudentes de este mundo.”


Encarar el riesgo. La fe supone siempre un salto más allá de lo que puede captar la razón, aunque no está contra la razón. Adquirir la seguridad evangélica: “lo que se ve adquiere su consistencia en un origen que no se ve”. “La fe es anticipo de lo que se espera, prueba de las realidades que no se ven”.


“Realizar la verdad con el amor”. La auténtica prueba de fe es la fe misma. Poner en obra el amor a la verdad. Cuando se camina por el sendero de la fe, se siente una gran alegría, una gran paz, nos sentimos más libres, más humanos, más persona.


¡Porque dice el Señor Jesús!

“La verdad te hará libre”


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