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Foto del escritorGabriela Hernández Cuevas

En la luz y en la obscuridad, tener la llama encendida

Actualizado: 27 feb 2021



Este domingo el Señor nos presenta la parábola de las diez jóvenes en espera del esposo, una parábola que nos habla del Reino de los Cielos. Tal vez nos es más fácil pensar en lámparas actuales, las que en lugar de aceite ahora usan pilas o se recargan al conectarse a la electricidad. En esta Palabra Cristo es claro y firme, diciéndonos que estemos preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá.


Dios nos invita a ser fieles, a no confiarnos cuando las cosas se ven bien, cuando hay claridad, cuando todo marcha a la perfección y nos resulta fácil creer. Porque evidentemente llegará la noche, aquel momento en el que las cosas no salen como esperamos, cuando la desolación toca la puerta de nuestra casa, cuando llega la enfermedad y la fe se seca. En ese momento las tiendas están cerradas, en la madrugada será más difícil conseguir pilas nuevas. Hay momentos donde se va la luz, donde ya no podremos ver claramente, la confusión aparece y no tendremos forma de conectar a recargar la batería.


Efectivamente, el aceite no se puede compartir, no funcionaría para otros, porque es nuestra relación personal con el Señor que es única, son experiencias que no podemos forzar a que otros vivan o entiendan, Dios nos trata de una forma particular y nos pide cuentas de la misma forma. Por lo que, se nos llama a prevenir y no esperar que otros al final salgan a darnos algo que nunca vivimos.


Se nos invita a ser prevenidos, a aprovechar la luz de día para fortalecernos, para nutrir nuestra relación con Dios, para vivirlo en los Sacramentos y así tener aceite de sobra para que la luz no se apague aún en la obscuridad.


Te invito a reflexionar: ¿a qué nivel está tu aceite? ¿tienes pilas guardadas? ¿estás listo cuando llegue la noche? ¿qué significa para ti tener la vela encendida? ¿cuál es tu aceite? ¿estás listo si Dios te llama hoy?


Que el Espíritu Santo nos ayude a tener la llama encendida, a reavivar el fuego por Dios y experimentar el amor desbordante para iluminar nuestro camino y recibir al Esposo.

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