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Foto del escritorLuis Ariel Lainez Ochoa

El Buen Pastor que llama al amor y a la comunión.


La alegría que el cristiano experimentó en la santa noche de Pascua no ha disminuido ni mermado, la Iglesia; reunida fraternalmente, continúa celebrando con júbilo y alegría la gran noticia de la Resurrección.


A partir de este domingo cesan las proclamaciones de las apariciones del Resucitado, sin embargo, esto no quiere decir que su presencia en la comunidad creyente pase desapercibida o sea relegada a segundo plano. Más bien, partiendo de estas irrupciones inesperadas del Resucitado que sorprendían a los discípulos en su cotidianeidad; la invitación ahora es aprender a reconocer a Jesús en el día a día y mantener su hálito de vida en el devenir del tiempo.


En el texto de este domingo Jesús se autoproclama el Buen Pastor, aquel que conoce verdaderamente al rebaño que le ha sido confiado por el Padre y que es capaz de dar la vida por cada miembro de este. Tales características le definenpolarizadamente al asalariado que no conoce al rebaño y lo abandona insensiblemente ante el peligro y el mal (lobo).

No resulta extraño que este pasaje de la Escritura se encuentre inmediatamente después de la curación del ciego de nacimiento. A través del acontecimiento pascual Cristo nos ha concedido la gracia de renacer de lo alto mediante el Bautismo y así poder llamar a Dios, Padre (cf. Jn 3,1-8; Rm8,15-17).


Jesús quiere presentarse a los oyentes como aquel que llama constantemente a una relación verdadera e íntima, real y palpable. Resulta interesante el deseo de Dios de conocer a sus ovejas y la necesidad de estas de dejarse ser conocidas, condición que hará posible conocer verdaderamente al Hijo.


Por tanto, el creyente está invitado a sopesar que tanto sus prácticas religiosas, su participación en los ritos y ceremonias, le llevan a ese encuentro íntimo y modelador que Dios desea lograr en él. De qué forma y en qué medida su persona se ve unida con Jesús al participar en dichas prácticas; puesto que la intimidad del Pastor con las ovejas es reflejo de la íntima comunión que mantiene el Hijo con el Padre.


El deseo más profundo del Buen Pastor es la unidad de todo el rebaño, por ello muestra la urgencia de atraerlas hacia sí y de que escuchen su voz; ese deseo profundo se identifica con su misma entrega, un amor hasta las últimas consecuencias.


Como bien sabemos, Jesús usaba escenas de la vida común para poder hacer entendible el mensaje del Reino, por ello usa la figura del pastor que era tan común en esos tiempos. Hoy día donde el Señor sigue llamando al amor y a la comunión, ¿cómo escucharle?, ¿dónde está su voz?


En medio de tantos podcasts, reels, videos, hilos, lecturas, audios, etc., que la persona consume todos los días -y muchas veces indiscriminadamente- ¿dónde está la voz del Pastor? Llevo estas preguntas a la oración y pido la gracia de afinar mi oído para escucharle.  

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