Discernimiento

Compartir el tema de discernimiento suele ser amplio; implica iniciar un proceso de búsqueda y escucha; conlleva emprender un camino de transformación en nuestras vidas, por lo cual iremos paso a paso, recordando de San Ignacio de Loyola: “No el mucho saber harta y satisface, sino el sentir y gustar internamente…”.

Lo que se pueda comentar posiblemente para algunos de ustedes sea conocido por lecturas, por retiros, incluso participación en ejercicios ignacianos, para otros tal vez sea novedad, en ambos casos es muy valioso; iniciemos haciendo nuestras las siguientes palabras del Papa Francisco:

“El tiempo en que vivimos nos exige desarrollar una profunda capacidad para discernir…

Discernir, de entre todas las voces, cuál es la voz del Señor, cuál es la voz de Él, que nos conduce a la Resurrección, a la Vida y la voz que nos libra de caer en la “cultura de la muerte”

Necesitamos “leer desde dentro” lo que el Señor nos pide, para vivir en el amor y ser continuadores de esta su misión de amor.

Recemos juntos para que toda la Iglesia reconozca la urgencia de la formación en el discernimiento espiritual, en el plano personal y comunitario.

Así es, el discernimiento requiere sí de teoría, pero sobre todo de la práctica en la vida cotidiana, en nuestro aquí y ahora, a la luz del Evangelio, dejándonos conducir por el Espíritu Santo, con nuestras debilidades y fortalezas, nuestras luces y sombras para hacer presente el Reino de Dios.

El discernimiento es un medio, una herramienta que nos conducirá a descubrir la voluntad de Dios en nuestras vidas. Pidamos se nos conceda este don.

Hay discernimiento si hay “sujeto”, es decir “¿estás tú, estoy yo? con la apertura y disposición a iniciar esta osadía de dejarte conducir por el Espíritu …

Sigamos adelante entonces…