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Foto del escritorFrancisco Ontiveros

¡Dichosos, alégrense, salten de contento!

Actualizado: 27 feb 2021


En este domingo en el que celebramos la solemnidad de Todos los Santos, el mismo Jesús nos hace volver la mirada a la forma concreta en la que nosotros podemos ser santos. Se nos presenta la que quizá es la página más recurrida del evangelio, el centro y corazón del mensaje de Jesús: el Sermón del monte.


El evangelio siempre es Buena Noticia, nos alienta, nos permite llenarnos de alegría hasta saltar de contentos, es propio de Dios cambiar el luto en danzas. Hoy asistimos a una verdadera teofanía: Jesús ve, porque siempre es Él quien voltea su mirada. Sube al monte, el lugar perfecto en el que Dios se manifiesta, y como el Maestro de maestros, se sienta y comienza enseñar.


Sorprende que su enseñanza dista mucho de lo que podría ser una «clase normal», estamos acostumbrados al empoderamiento, a la grandeza, nos gusta superarnos, la clave del éxito en la sociedad de Jesús, como en la nuestra, está en el poder y en las riquezas. Y Jesús dice que la bienaventuranza se encuentra en la pobreza de espíritu, en el llanto, en la sed de justicia, en la misericordia, en la limpieza del corazón, en el trabajo por la paz, en la persecución por causa de la justicia. Cuando se encumbra la «buena imagen y las formas correctas», el Maestro dice que los injuriados, los perseguidos, los difamados por su causa son los herederos del Reino.


Mateo habla de los pobres de espíritu, asociando la pobreza en el sentido de humildad, es decir, pobreza ante Dios. Bienaventurados los pobres, en verdad que son dichosos, Jesús ha venido al encuentro de ellos, quiso poner su morada en medio de los pobres para enriquecerlos con su misma pobreza. ¡Dios ha mostrado una vez más su fidelidad y su amor! Este Dios, el Dios de Jesucristo, es un Dios profundamente enamorado de los pobres. Los débiles son precisamente su debilidad. Vivir el evangelio, y alcanzar la santidad según las bienaventuranzas no se logra solos, ni a base de nuestros esfuerzos, es don de Dios. Dejemos que Él ponga su morada entre nosotros.


Vuelvo nuevamente y me detengo en Mt 5, 1-12, y dejo que el Espíritu suscite en mí la oración: ¿me siento verdaderamente dichoso al saber que el Señor me mira?, ¿tengo la actitud de discípulo, abierto a la enseñanza del Maestro?, ¿tengo hambre y sed de justicia?, mis esfuerzos, ¿son trabajos por la paz y la justicia? Como un amigo le pido al Señor que encienda en mi corazón el espíritu de las bienaventuranzas.

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2 Comments


Magui Ruiz
Magui Ruiz
Nov 15, 2020

Amar es ver más allá qué una simple piedra!


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Magui Ruiz
Magui Ruiz
Nov 15, 2020

Buen día, gracias por compartir, es muy grato leerle y sentir como llena el corazón.

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