¿Cómo poder adorarte Señor?
Este domingo celebramos la solemnidad de LA EPIFANÍA DEL SEÑOR, una palabra que proviene del griego y significa manifestación, donde Dios además de encarnarse y asumir nuestra naturaleza humana se ha querido revelar, mostrar a toda la humanidad representada en los magos de oriente, que muestran la universalidad de la salvación, pues Dios quiere que “todos los hombres se salven y todos lleguen al conocimiento de la verdad, porque no hay sino un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús” (1 Tim 2,4-5).
Los Reyes Magos, como les conocemos, eran paganos que tenían conocimientos de astrología, hombres de ciencia; también eran sabios, pero su mayor virtud radicaba en que eran buscadores de la Verdad. No estaban estáticos, sino en camino, como lo señala el evangelio, es decir, abiertos a la novedad, por ello se dejan conducir por Dios a través de una estrella la cual era más brillante que todas las que habían visto. Es una luz que no deslumbra ni es intermitente, sino amable que acompaña y clarifica el camino y da una alegría única que llena todo corazón. Por tanto, el hombre, cuando busca la Verdad, en algún punto de su vida se encontrará necesariamente con Dios, pues, Él en su infinita misericordia se revela y manifiesta de muchas maneras, sin hacer distinción.
En la búsqueda de la Verdad, hay obstáculos que vencer, hay falsos reyes como Herodes, falsas luces que se presentan en la vida que desorientan y son intermitentes, pero Dios que mueve el deseo en el hombre siempre da rastros y señales por donde seguir caminando. Los Sabios de Oriente nos enseñan a confiar por los senderos por los que conduce el Señor, a no detenernos en la búsqueda, eso es fundamental en la vida discipular y de fe.
El Papa Francisco menciona que la vida cristiana es un camino continuo, lleno de esperanza, y de búsquedas, en el cual estamos invitados también a adorar al Señor como los magos de Oriente, es decir, entrar en una comunión personal de amor con Jesús para regalarle lo más preciado que tenemos, ellos le ofrecieron oro, incienso y mirra, ¿Qué es lo más valioso que le puedo ofrecer hoy al Señor? ¿Cómo lo adoro en mi vida?
Pedimos a Jesús su gracia para dejarnos iluminar y guiar por su luz, que nos ponga en camino y disponga el corazón para rectificar nuestros senderos y al igual que los sabios de Oriente nos permita regresar por otra ruta, que sea más luminosa y de mayor cercanía afectiva con el Señor.
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