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Foto del escritorLuis Ariel Lainez Ochoa

Cuando los fantasmas y los miedos son reales




¿Quién no ha escuchado en cierta reunión familiar o de amigos relatar a alguien con mucha emoción e intriga alguna historia de fantasmas o apariciones?, ¿no te ha resultado gracioso ver a algún conocido que aun siendo adulto sigue teniendo miedo a la oscuridad, a los truenos, a las arañas o cucarachas? Sin embargo, más allá de lo anecdótico y chusco hay en la vida fantasmas y miedos que en verdad nos cuestionan y nos paralizan.


Estos fantasmas del pasado y miedos latentes en la vida, presentes, pero muchas veces inconscientes, se aprecian artísticamente delineados en la película del 2004 Así en la tierra como en el cielo (Så Som i Himmelen título original en sueco). Aclaro, no es aquel filme de terror con un título muy parecido.


La cinta cuenta la historia de Daniel Daréus, famoso director de orquesta que ha alcanzado la gloria del éxito y el reconocimiento total en aquello que hace. Su agenda va de país en país, de escenario tras escenario hasta que un infarto al corazón le obliga a hacer un alto total. Daniel toma la decisión de volver a su tierra natal, a aquel pueblo olvidado de unos centenares de personas donde transcurrieron sus primeros años, y también sus primeros traumas.


Siendo un niño golpeado, acosado y tímido abandonó aquel sitio y ahora no entiende del todo por qué ha decidido volver. Su arribo al pueblo causa cierta curiosidad entre los habitantes al tener una persona distinguida entre ellas. Pronto será solicitado para dar algunas recomendaciones al coro de la iglesia; allí conoce a Lena, una hermosa joven que será el principio de muchas interrogantes existenciales de Daréus.


Es en el día a día, en los sucesos triviales, en las pláticas espontáneas donde Daniel podrá comprobar lo valioso de la vida, lo que es necesario defender, aquello que merece ser atendido. Al mismo tiempo tendrá que enfrentar aquellos miedos que sufrió, aquello rostros que no ha olvidado, aquellas heridas que siguen abiertas.


Así en la tierra como en el cielo nos concede también a nosotros la oportunidad de ir a aquel rincón secreto que es el corazón de cada uno, a caer en cuenta que no hay un momento prefabricado para resolver aquello que está enmarañado en el alma, a sopesar esta vida y en lo que la hemos desgastado, a examinar si los miedos y fantasmas son más grandes que el amor y la felicidad.


Si te animas, disfrútala y no pierdas la oportunidad de interiorizar un poco sobre lo que a ti te acontece, de este modo, obtendrás un mejor fruto.

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