Cuando el amor se convierte en dependencia
Con bastante seguridad, has conocido o conoces a personas que están inmersas en relaciones insanas, relaciones en las que las personas parecen estar atrapadas y de las que es muy complicado salir, relaciones en las que la mayor parte del tiempo implica sufrimiento y un gran desgaste emocional, en definitiva, relaciones tóxicas. Este tipo de relaciones se pueden presentar tanto en relaciones de pareja, como en relaciones familiares, de amistad o laborales y por norma general suelen compartir una condición común: la codependencia.
La codependencia es un término relativamente nuevo y existe bastante controversia sobre su definición. Una de las más populares es: «Codependiente es aquél que ha permitido que el comportamiento de otra persona le afecte y que está obsesionado por controlar dicho comportamiento» Melody Beattie. El término apareció a finales de los años 70, se observó en los centros de tratamiento para personas alcohólicas que sus familiares desarrollaban un patrón de conducta insano con la persona que abusaba del alcohol.
La codependencia es un tipo de adicción amorosa, una adicción a una persona o a una clase de persona. De hecho, con bastante frecuencia cuando un codependiente termina una relación, tiende a buscar a una persona problemática con características similares a su anterior relación. Este tipo de persona generalmente son problemáticas o percibidas como problemáticas, necesitadas o perturbadas. En los casos más extremos son personas alcohólicas, adictas a drogas, maltratadores o enfermos dependientes.
Uno de los principales factores que influyen en desarrollar rasgos codependientes es haber crecido en una familia en la cual los miembros no permitían la libre expresión de los sentimientos y no existía una comunicación directa y sincera. Este tipo de familias disfuncionales se caracterizan por tener una rigidez extrema en cuestión de normas de comportamiento y valores personales, además de la existencia de discusiones y tensiones constantes. En resumen, no se satisfacen las necesidades emocionales.
Las personas codependientes tienen un patrón de pensamientos, sentimientos y conductas que les impiden vivir libremente de forma autónoma. Se descuidan a sí mismos e intentan encontrar en el otro seguridad, autoestima, sentido de la identidad y satisfacer sus necesidades emocionales insatisfechas derivadas de las carencias afectivas adquiridas desde una edad temprana. Buscan en el otro calmar sus miedos, su dolor e inquietud. Se pasan la mayor parte del tiempo angustiándose por otros e imaginándose el modo de controlarlos. Llevan tanto tiempo inmersos en los problemas de los demás que se descuidan a sí mismos, no identificando los problemas propios y no haciéndose cargo de ellos. Tratan de ayudar de maneras que no sirven de ayuda. La forma más rápida de descontrolarse es querer controlarlo todo.
Algunas otras características comunes son:
· Excesivo cuidado de los demás.
· Baja autoestima y excesiva culpabilidad, responsabilizándose de los problemas de los demás.
· Obsesión y compulsión.
· Necesidad de control.
· Negación del problema.
· Dependencia extrema.
· Comunicación pobre y límites débiles o carencia de los mismos.
· Escasa confianza en sí mismo/a.
· Cambios anímicos inexplicables: ira, resentimiento, culpa, depresión, violencia...
· Dificultades para la intimidad y problemas sexuales.
Desde fuera, los codependientes suelen ser vistos como una molestia, hostiles, controladores, retorcidos, manipuladores o victimistas. Tienden a comportarse así porque no conocen otra forma de obtener lo que quieren del otro. No obstante, este tipo de conductas generan un distanciamiento en la otra persona, lo que se traduce en una mayor frustración para el codependiente.
Por norma general, se utilizan estrategias pasivas para resolver los problemas de la relación y en ocasiones se origina lo que se conoce como la escalada del maltrato. Cuando la persona se siente herida, frustrada por no sentirse querida o por haber dejado de serlo, la persona gestiona la situación utilizando un comportamiento disfuncional, engañándose a sí mismo y evitando la realidad, provocando un deterioro en la relación. El comportamiento de la escalada del maltrato consta de cuatro etapas:
· Intentar hacerse necesario/a.
· Dar lástima.
· Ser odiado/a, no soportar la indiferencia.
· Dar miedo de lo que pueda hacer o hacerse.
El proceso de recuperación de la codependencia implica en primer lugar empezar a cuidar de uno mismo y desapegarse de la persona que nos angustia y obsesiona. El desapego no es un distanciamiento frío u hostil, más bien es soltar física, mental y emocionalmente a la otra persona de nuestro control excesivo e insano. Supone dejar a los demás hacerse cargo de sus responsabilidades y consecuencias, sin asumir nosotros esa carga. Aprender a amar sin volvernos locos o autodestruirnos concediendo al otro la libertad y posibilidad de crecimiento personal. Darse permiso para ser como uno quiere ser y dejar ser a los demás a su manera.
Es fundamental aprender a manejar nuestra reacción a los problemas y comportamientos de la otra persona. Esta reacción con frecuencia conlleva ira, culpa, vergüenza, angustia, manipulación, victimismo, desesperación, depresión... Es necesario tomarnos nuestro tiempo y distancia para identificar los propios sentimientos, atrevernos a sentirlos, y sobretodo, hacernos cargo de nuestras carencias, vulnerabilidades y necesidades insatisfechas responsabilizándonos de nosotros mismos y aprendiendo a aceptarlas. Paralelamente, es importante trabajar la propia autoestima comprendiendo que el rechazo de otra persona, por muy significativa que sea para nosotros, no determina nuestra valía como persona.
A fin de cuentas, el proceso de recuperación para personas con estas características fundamentalmente se basa en recobrar el control de nosotros mismos y darnos permiso para vivir nuestra vida.
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