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Mario Alberto Castillo Luna

Conviene Que Hoy Me Quede En Tu Casa


El Evangelio de este domingo nos muestra una escena en la que se da un encuentro de Jesús con un hombre llamado Zaqueo (nombre de origen judío que significa el puro, el elegido) que es jefe de publicanos y además rico. Por el oficio que ejercía era considerado un traidor, porque siendo judío trabajaba para el imperio romano, cobrando los impuestos a sus propios paisanos, sin tener ninguna deferencia hacia ellos, incluso enriqueciéndose a costa suya. La mala fama y desaprobación por parte de la comunidad judía, seguramente le hacía no involucrarse tanto en la vida de su pueblo, pues no había una identificación ni vínculo que le hiciera sentirse parte de él.


San Lucas deja entrever que el jefe de publicanos había oído hablar de Jesús (pues gozaba de mucha popularidad, gracias a los prodigios realizados en los lugares que recorría) y tenía curiosidad de conocerle. Movido por esta inquietud busca la manera de poder hacerlo, sus inconvenientes son: la gran cantidad de personas que se juntaban en torno a la persona del Señor y su baja estatura, pero no se desanima y encuentra una solución: trepar a un árbol, probablemente se trataba de un sicómoro, que tiene hoja perenne y un tronco ancho con ramas gruesas y no muy altas, lo cual le permitió subirse a él y poder conocerle; solo quería verle, pero, sucede algo inesperado e impensable para Zaqueo.


La novedad que trae siempre la persona de Jesús, que es capaz de ver más allá que un simple recaudador de impuestos. Ve, a su paso, un corazón necesitado de su amor y misericordia, al cual mira, le acoge y se interesa por él, quiere hacer vínculo y le pide hospedaje en su casa, sin temor «del qué dirán» los demás. Este encuentro para el jefe de publicanos, acostumbrado al rechazo y a la indiferencia, significó una gran alegría y un movimiento en su corazón, porque alguien por primera vez lo miró, lo aceptó y deseó quedarse con él. La mirada de Jesús puesta en Zaqueo, fue capaz de sanarlo y fue el medio para superar sus miedos, producto de su historia lastimada, marcada quizá por la crítica y el rechazo, que lo orillaba a sólo tener relaciones diplomáticas y superficiales, pero el Hijo de Dios que ve el corazón y no las apariencias, le invita a experimentar una relación profunda con Él, a fiarse de su persona y aceptar una nueva historia (de salvación) que tiene para él. Mirando a Zaqueo, uno se percata de cuántas cosas tuvo que enfrentar y vencer este jefe de publicanos en su interior para bajarse del árbol, y hospedar en su casa a Jesús. Emergen en él la confianza, la audacia y la valentía.


Todos habían pasado de largo en la vida de Zaqueo. Pero Jesús no. La expresión: «hoy ha llegado la salvación a esta casa» nos muestra de manera contundente que su amor y misericordia es para todos, sin excepción, y la salvación se da en el encuentro y el vínculo con su persona.


Este recaudador de impuestos, que tenía fijado su corazón en el dinero, en el reconocimiento y en el poder que le otorgaba su status social dentro del imperio romano, es capaz de dar un cambio de dirección en su vida, se ha movido totalmente su escala de valores, porque se ha experimentado amado, perdonado y aceptado por Cristo.


El encuentro con la persona de Jesús le permite ver lo esencial de la vida, y mueve su corazón a la generosidad, a restituir el daño que había provocado con su egoísmo e interés mezquino y de él brota dar la mitad de sus bienes a los pobres y cuatro veces más a todos aquellos que les había robado, como marcaba la ley de Moisés (cf. Ex 21, 37), porque encontró una riqueza que supera, por mucho, el dinero, el reconocimiento y el poder; su tesoro ahora tiene un rostro y un nombre: Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios.


Que bien le hace al ser humano dejarse mirar por Jesús, aceptar su amor y misericordia como Zaqueo, fiarse de su persona y proyecto de salvación y abrirse a su encuentro que levanta y salva.


Este evangelio nos muestra que la salvación de Dios es para hoy, en este momento Jesús mismo está buscando hospedarse en nuestra casa ¿Qué le respondes? ¿Qué se mueve en tu interior? Quizá como Zaqueo tienes el deseo de conocer al Señor ¿Qué medios necesitas para hacerlo? ¿Qué actitudes debes poner de tu parte? ¿Te has sentido alguna vez mirado por Jesús? Pide la gracia de disponerte a su encuentro. Jesús confía en nosotros y nos da siempre oportunidades de cambio, sale a nuestro encuentro y nos mira con amor y misericordia como a Zaqueo y quiere que se haga realidad en cada uno su palabra: «hoy ha llegado la salvación a esta casa».

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