Congregaré a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales

La venida definitiva del hijo del Hombre es espada de dos filos. Su presencia se convierte en exigencia de cuentas y orienta a los que “despierta del polvo”; unos para vida eterna, otros para “muerte perpetua”. Cada cual será juzgado según sus propias obras. La espera de esta venida infunde tensión y esperanza en la vida del cristiano.

Dios nos promete un cielo y una tierra nuevos. Todo será restaurado desde la raíz. El viejo mundo del pecado, con el hombre pecador, desaparecerá. esta es nuestra esperanza. Pero no se fija solo en el futuro, lo que esperamos desde que Cristo ha resucitado, está presente entre nosotros, como en primicias, a manera de anticipo. Son la semilla de los talentos que Dios ha depositado en nosotros para que los hagamos crecer.

Cuando vuelvas saldarás todos mis gastos de más. Me has impuesto deberes pesados, y me has añadido al cuidado de toda clase de tareas providenciales. Tú me has exigido que tenga toda la paciencia necesaria en mis obras. Se pueden imaginar que mi único oficio es prestar servicios a los demás. Por eso me quejo a veces sabiendo que esos reclamos eran estúpidos y que tu no te alarmarías por ellos.

Tú me has obligado a fiarte. Es menester esperarte y vivir con fe y me ha dado un resultado tan provechoso como eficaz. Acabar todo lo que la providencia ha comenzado. Dios mío haz que ame esta ocupación y tarea que me das para mis días aquí abajo. QUE ME SOMETA HUMILDEMENTE DESEMPEÑANDO UN PAPEL ÚTIL, NECESARIO Y SIN GLORIA. CUANDO NO HEMOS EMPEZADO UNA EMPRESA, CORREMOS EL RIESGO DE QUE NOS REPUGNE, PORQUE BUSCAMOS NO EL BIEN SINO EL BRILLO Y PORQUE ESCOGEMOS MAS BIEN FIGURAR QUE EL SER.

Borra todas mis necedades, haz que acepte vivir donde me has colocado, que tu providencia me dirija hasta mi morada. Haz que me contente con los salarios más ínfimos y que con todo mi corazón tenga fe en tu vuelta, no tanto como para ser pagado, sino más bien para volver a verte cara a cara.