Centrar la mirada en Jesús
El Señor nos regala el día de hoy una bella catequesis y un camino de oración y encuentro que lo preparan para la misión. El pasaje de este domingo se encuentra enmarcado por los dos anuncios de la pasión.
Vemos en un primer momento cómo Jesús y sus discípulos “subieron al monte”. Es decir, se pusieron en camino y se dispusieron para el encuentro con el Señor. Pedro, Santiago y Juan se enfilaron a esta experiencia sin saber cuál sería la realidad que los esperaba. Por su parte, ellos con cansancio, con sueño y agotados; permanecieron y perseveraron aún con las condiciones físicas adversas. En un primer momento nos enseña que humanamente muchas veces no importa el estado físico, sea con ánimo o con cansancio lo importante es estar delante del Señor.
En un segundo momento, “oraron”. El autor del Evangelio no dice qué palabras utilizaron en su oración, únicamente nos presente a unos personajes en actitud orante, tal vez sin expectativa alguna, no pidieron ganancia por su oración, algún bien como el conocimiento, la sabiduría o similares, ¡no! Nos enseñan a entrar despojados de toda expectativa y que sea el Señor quien nos manifieste el fruto.
Tercer momento, Dios sale al encuentro. Escucharon la voz que decía “este es mi hijo, mi escogido; escúchenlo”. La invitación es clara: escuchar la voz de Dios y no otras voces, vivimos en un mundo cargado de ruidos, de noticias que parecen derroteros que muestran la maldad que hay en el mundo; guerra, manifestaciones, riñas violentas por las porras de los equipos de futbol, la voz de la moda, comercio, música, e incluso aquellas voces que invitan de manera tajante a cerrar los oídos a la voz del Señor. Ante estas realidades la palabra de hoy nos ilumina y centra nuestros oídos a la Voz de Dios “escúchenlo”. Dios Padre nos invita a centrar nuestros oídos y nuestra mirada a la persona de Jesús, aunque en el relato aparece Elías y Moisés como representantes de la Ley y los Profetas la invitación contundente es centrarnos en Jesús, Él es el único capaz de darnos vida, plenitud y rumbo a nuestra existencia. Él es el único capaz de mostrarnos al Padre.
Cuarto momento: silencio. Para interiorizar el mensaje que Dios nos quiere trasmitir en cada momento de oración es necesario hacer silencio, callar nuestros ruidos internos y externos. Escucha y silencio, es un binomio necesario donde se finca la oración. Sólo en el silencio y con la ayuda del Espíritu Santo podemos interpretar el mensaje de Dios para nuestra vida.
Quinto momento: la misión. Siguiendo el texto, en el Cap. 9,37 dice “al día siguiente, cuando bajaron del cerro, una gran multitud salió al encuentro de Jesús”. Toda oración y encuentro con el Señor nos invitan a dar frutos en los espacios donde nos desarrollamos. No se quedaron en el Misterio de la transfiguración, no hicieron las tres chozas ya que ellas implicaban seguridad y estancamiento, ¡no!. Todo lo contrario, se pusieron en marcha al encuentro del otro, a la escucha de sus necesidades y a ser testigos de lo que habían vivido.
¿A qué me invita el Señor en este pasaje evangélico? ¿Busco diariamente la voz del Señor entre las voces del mundo? ¿Condiciono mi oración o entro sin expectativa alguna confiándome a la voluntad del Señor? ¿Qué frutos me ha regalado el Señor que me hacen capaz de salir al encuentro del otro?
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