¡Alégrense!
El tercer domingo de adviento es conocido como domingo de la alegría ya que ante el cercano nacimiento de Jesús, la Iglesia nos invita a estar alegres, a regocijarnos pues “el Señor está cerca”. La palabra de Dios y las oraciones de la Eucaristía nos invitan a ello.
Es cierto que pasamos por dificultades, que se nos presentan situaciones críticas pero, a pesar de las circunstancias adversas, el cristiano debe vivir en una santa alegría, hay que regocijarnos aunque tengamos que “gemir y llorar en este valle de lágrimas”. Hay muchas personas que viven sumergidas en la tristeza, que experimentan depresiones, crisis existenciales. A ellos y a nosotros hoy la palabra de Dios nos dice: “Alégrense siempre en el Señor; se lo repito: ¡Alégrense!
Pidamos a Dios que nos conceda la gracia de vivir en la alegría aunque a veces tengamos que sufrir un poco. Que el nacimiento cercano de Jesús nos llene de gozo y esperanza.
Dialogo con el Señor sobre su invitación a la alegría.
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