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Foto del escritorPbro. Manuel B. Solís Echeverría, S.J.

10 tips para vivir la humildad desde la oración





1. Solo hay un camino para alcanzar el cielo y ese es el de la humildad. San Benito distinguía doce grados de humildad para alcanzar la santidad. La humildad es la virtud de los orantes. El orante encuentra, en todos, cualidades y dones puestos por Dios. Se hace humilde. Y este reconocimiento le hace sentirse pobre ante Dios y ante los demás.


2. «Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos» (Mt 5,3). El pobre es el que se percibe «tenido por nada» ante Dios que es «el todo» de su vida. El pobre es el que, teniendo mucho, todo lo da. Pobreza espiritual y humildad van relacionadas. El que se siente nada ante Dios nunca se cree superior a los hermanos.


3. «Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11 ,29b). El discípulo aprende del Maestro la mansedumbre y la humildad de corazón para poder seguirlo. Los mansos poseerán la tierra de Dios. ¿Cómo es esa tierra? Es el lugar donde el discípulo se arrodilla ante su Maestro para decirle: Tú eres mi único Señor.


4. La humildad en el orante despierta el espíritu de acogida hacia el hermano. El corazón se ablanda para acoger al otro. Incluso, y de un modo muy sano, llega a considerar que el hermano es más importante que sí mismo.


5. Los humildes siempre están a la escucha de la voluntad de Dios. «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen» (Mt 8,21). Las obras del humilde son en lo oculto y lo secreto: «Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mt 6,36). La auténtica oración siempre escucha la voz de Dios para realizar su voluntad. Las obras del humilde hablan de Dios.





6. ¿Qué es la humildad? Es todo un camino de santidad; y ¿qué es la oración?, un camino de humildad. ¿Entonces, si oro podré escalar la cima de la santidad? Sí, sobre todo cuando la oración va acompañada de obras que se vivan desde la humildad.


7. Todas las obras del orante son para la gloria de Dios y no para su propia gloria. ¡Que sea Dios glorificado con mis obras y que yo me mantenga a su humilde servicio!


8. El humilde calla muchas veces para no herir al hermano pero no permanece mudo ante la injusticia o ante lo que va en contra del espíritu evangélico.


9. La humildad del orante le hace amable y comprensivo, abierto y desprendido, disponible y generoso.


10. La oración nos transfigura: humildes para servir en los trabajos más ingratos. Jesús en nosotros hace este milagro. «Lo imposible para el hombre es posible para Dios» (Lc 1,37).



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1 comentario


isidralez
10 feb 2022

Pues la gracia de Dios es que siga perseverando para ir logrando poco a poco mi santidad y darle su espacio en este caminar veamos como hermanos de

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