10 Razones para invertir en la propia salud
Hace poco una persona cuestionó fuertemente mi salud mental cuando le dije que yo había regresado a mi fe católica a los 35 años de edad después de mucho estudio y análisis. Me preguntó: “¿Qué te pasó?¿Fuiste víctima de unas pésimas decisiones, propias o ajenas, y luego no sabías qué hacer con el vacío del ser que te dejó la resaca? Disculpa, todos los adultos que he observado al cambiar de religión o acoger por primera vez una religión, provienen de eventos trágicos o largos episodios de autodestrucción. ¿Qué te pasó?… pongo en tela de juicio tu salud mental, me interesa tu desarrollo emocional. ¿Por qué necesitas creer en un Dios?”. Le contesté: “¿Será porque existe y por mi salud mental?” Ya no me contestó. El caso es que ese cuestionamiento sobre mi salud mental me dejó pensando sobre la relación entre mi salud mental y mi salud espiritual.
Para el Año Nuevo siempre hago listas de propósitos que cumplo, o cumplo a medias, o de plano no cumplo. El pasado 2021, puse como prioridad en mi lista invertir en mi salud psicológica (y espiritual) y no dejar este propósito tan medular e importante en el fondo de mi cajón de los recuerdos. ¿Por qué hacerlo? Por 10 razones importantísimas:
La primera y más importante de todas es por amor a Dios. En Mateo 22, 37 el Señor nos dice que el primer y mayor mandamiento es “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”, o sea, con toda mi esencia que incluye mi corazón (mis emociones), mi alma (mi espíritu) y mi mente. ¿Cómo puedo amar a Dios si no tengo salud psicológica?
La segunda se deriva de la anterior y es por amor a mí misma. En el versículo 39 el Señor nos dice “el segundo es semejante a éste (al primero): Amarás a tu prójimo COMO A TI MISMO”.
¿Cómo puedo amar a Dios si no amo la imagen de Dios que son los demás, y sobre todo la que somos cada uno de nosotros, o sea, la que soy yo? Por lo tanto, amarme a mí misma es un Mandamiento sin el cual ningún otro Mandamiento funciona, ni siquiera el Primer Mandamiento.
La tercera es que las primeras dos razones están íntimamente conectadas. Si no tengo salud mental y emocional, mi salud espiritual padecerá enormemente y simplemente no podré conectar de forma personal, sincera, completa y saludable con el Ser que más me ama en esta vida, es decir, con Dios. Podré relacionarme tal vez de una forma basada en el miedo o la falsedad, inmadura, neurótica, hipócrita, convenenciera, mágica o fuera de la realidad.
La cuarta es que para amar a los demás es importantísimo que primero me ame a mí misma. Al amarme y cuidarme, al buscar la sanación de mi relación conmigo misma, estoy buscando al mismo tiempo la sanación de mis relaciones con los demás. Sin salud psicológica mis relaciones estarán llenas de heridas y conflictos sin sanar creando violencia y/o codependencias terriblemente dañinas para mí y para los demás.
La quinta es por amor a mi familia, que es el prójimo más próximo. Es dentro de la familia donde se gestan las heridas y traumas. Si yo quiero tener una familia integrada donde nuestras relaciones sean saludables con respeto y amor para todos y cada uno de los miembros, entonces la primera que debo buscar la salud psicológica soy yo. Sin esto terminaré teniendo una familia con relaciones muy tóxicas donde lo que habrá será mucho dolor.
La sexta es por amor a mi comunidad, a la sociedad, que es donde yo vivo, mis hermanos de la iglesia, mis amigos, mis vecinos, compañeros de escuela o de trabajo, etc. Sin salud psicológica mis relaciones con los demás serán conflictivas o llenas de abuso o sometimiento.
La séptima es por amor a mi Patria, el país que me vio nacer, representado por mi bandera, por mi himno y por mi gente. Si no tengo una psicología sana no podré ni amar ni servir a mi nación, no lograré ser una buena ciudadana. Una psicología sana me permitirá servir buscando el bien común y no tratando de cubrir mis necesidades y carencias abusando de los demás.
La octava es porque sin salud psicológica me enfermo. La mala salud emocional debilita el sistema inmunitario. Por otro lado, cuando no estoy bien emocionalmente, no me cuido apropiadamente; tiendo a no comer o a comer de más y a comer lo inadecuado.
La novena es para ser feliz. Sólo puedo ser feliz cuando estoy integrada con mi persona, con mi realidad, y la acepto.
La décima es el resumen de todas las anteriores, para tener una vida plena, con equilibrio emocional, con madurez, para poder vivir la vida con todos sus avatares con fortaleza y sabiduría, con amor a Dios y al prójimo como a mí misma.
Commentaires